Las bolsas de plástico son parte fundamental de los esfuerzos que a nivel internacional se realizan para avanzar y acentuar los procesos de reciclaje, fundamentales para lograr el tan ansiado y vital equilibrio medioambiental que conviva con el desarrollo y generación de bienestar. Ese es uno de los principales retos.
En un informe, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha documentado que la bolsa de plástico es la principal protagonista de la cultura de “usar y tirar”, tan arraigada en la cultura capitalista de la segunda mitad del siglo pasado.
Esa misma agencia de las Naciones Unidas, detectó que cada persona en el Mundo gasta un promedio de 230 bolsas de plástico al año. Eso eleva el consumo a 500 billones de esos artículos cada 375 días. Esa cantidad, difícilmente imaginable, representa un grave riesgo porque los fragmentos minúsculos o microplásticos en los que terminan por descomponerse las bolsas, siempre llegan a los océanos y se incorporan a la cadena trófica, primero en las especies marinas y, más tarde, en la humana.
El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, del cual se hizo eco la agencia de noticias EFE, asegura que en los mares y océanos de nuestro planeta existen unos 51 billones de ese tipo de partículas lesionando profundamente el equilibrio ecológico.
La filosofía en la fabricación de las bolsas de plástico o de polietileno, de pieza única, cabe recordar, era proporcionar a la humanidad un utensilio práctico, de uso perdurable, muy útil en la vida diaria, acorde con el auge de la disponibilidad de la gran oferta de artículos de las sociedades capitalistas y no capitalistas.
La vida útil de una bolsa de plástico actual de apenas 12 minutos: proceso de compra y adquisición, transporte utilizable a casa o lugar de destino y fin de uso. Después le siguen decenios y decenios de degradación. Es una vida útil de unos pocos minutos. Habrá que seguir adecuándonos, seguir concientizando hasta lograrlo. Punto.