En el Día Mundial contra el Uso de Niños Soldado, es imperativo reflexionar sobre esa problemática que, aunque distante para algunos, afecta profundamente la realidad de miles de menores alrededor del Mundo. La intención no es solo crear conciencia sobre la existencia de “niños soldado”, sino también impulsar acciones concretas para erradicar esta práctica devastadora.
La utilización de niños en conflictos armados es una violación flagrante a sus derechos humanos, privándolos de una infancia segura y de la oportunidad de educarse. La educación, más que un derecho fundamental, es una herramienta poderosa en la prevención de ese fenómeno. No solo brinda a las y los menores el conocimiento y las habilidades necesarias para prosperar en la sociedad, sino que también les ofrece un entorno seguro donde pueden crecer lejos de las amenazas de la violencia y la coerción.
La comunidad internacional ha hecho esfuerzos significativos para abordar esta cuestión, siendo el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño (relativo a la participación de niños en los conflictos armados), un ejemplo de ello. Hay que conocerlo.
Sin embargo, la erradicación completa de los “niños soldado” requiere de un compromiso más profundo y extendido, donde la educación juega un papel crucial, pues no solo debe verse como un derecho negado a esos niños y niñas, sino como una estrategia de prevención y reintegración. Además, la educación promueve la paz y tolerancia, valores esenciales para la resolución de conflictos y la reconstrucción de sociedades fracturadas.