Por José Luis Negrete Ávalos
En el entorno social y político que atraviesa nuestro país, en este mismo ambiente de complejidad, en la búsqueda de la estabilidad que cada uno de los mexicanos y mexicanas desean alcanzar, a efecto de un acuerdo mutuo entre representantes y representados, en el contrato social que predispone la intención del ciudadano de transferir cierta libertad a través del voto popular, la responsabilidad que tienen aquellos que acceden al poder público de otorgar un Estado de derecho, o por lo menos generar las condiciones para tener esa percepción.
Aquel contrato social que tantos autores han definido, tomando en cuenta los aspectos positivos o también las consecuencias de limitar la libertad individual, a cambio de protección colectiva, desde este punto, ese sentido básico y teórico.
Teórico desde la mejor intención en el planteamiento estratégico que establecen las administraciones, casi una inagotable forma de pretensión de la realidad.
Pero un cuestionamiento se puede considerar casi necesario y recurrente, tomando en cuenta la responsabilidad de los gobiernos, en su actuar para favorecer en sí mismos la legitimidad.
¿La estabilidad social y la legitimidad de los gobiernos deben sostenerse a partir de las instituciones y órganos autónomos o de los argumentos que representan las elecciones?
La responsabilidad del Estado frente a la sociedad es inevitable, ya que su designación y ejercicio está establecido con base en la democracia, a través del sufragio, sin embargo, esta acción que es un derecho consagrado en la Constitución, no garantiza la estabilidad social, ni establece una legitimidad constante, en el mismo sentido la existencia de los órganos autónomos no determina la exactitud de sus acciones ya que estos pueden ser perfectibles, es decir, pueden ir mejorando aspectos y cuestiones que les corresponden.
En conclusión, la respuesta que puede acercarse a la cuestión ya mencionada, es que la estabilidad social y la legitimidad de los gobiernos hoy en día no puede establecerse en un solo sentido, el hecho democrático del voto no es suficiente para dar certeza al cumplimiento de la responsabilidad que tiene un gobierno, y a su vez los órganos autónomos no determinan naturalmente la estabilidad.
Todo es un conjunto, todo es un aporte en común, las elecciones son un conducto de una posibilidad y los órganos autónomos un elemento que forma parte indispensable en los procesos estratégicos de quiénes están en el poder, por la propia sociedad.
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