En materia energética y ante la guerra en el Este de Europa, a raíz de la invasión militar rusa a Ucrania, la región de América Latina y el Caribe ha experimentado un fenómeno que llama la atención de analistas en la materia, pues como nunca antes se están registrando aumentos en la producción y exportaciones de petróleo y gas, con una media constante de 9% desde febrero de 2022.
Ese dato, expuesto por la Asociación de Empresas de Petróleo, Gas y Energía Renovable de América Latina y el Caribe, se interpreta para esta parte del plantea como “una ventana de oportunidad abierta por las aprehensiones sobre seguridad energética provocadas por la invasión rusa de Ucrania, las consecuentes sanciones a su suministro y los resultantes precios favorables”.
Esa consultora resalta también que los aumentos del 9% en la producción de gas natural y de crudo nos pone, como región, en una situación ampliamente ventajosa porque se consolida su aportación energética al concierto mundial, lo cual no es algo menor, porque, sea como sea, los hidrocarburos siguen moviendo al Mundo.
Ese comportamiento energético de América Latina y el Caribe aporta, decididamente, a romper la gran dependencia que aún se mantiene en buena parte del planeta hacia el gas y petróleo ruso. Estamos contribuyendo a ampliar la oferta. Es necesario, para el buen equilibrio mundial, tener alternativas al respecto y qué mejor que con ello se beneficie a países como el nuestro y a tan similares, culturalmente hablando, como Argentina y Venezuela.
La intención es que nuestra región siga aportando y siendo protagonista internacional para lograr presencia e influencia, necesidad, incluso, y nada mejor que contribuyendo a la producción energética que, quiérase o no, es válido insistir, sigue siendo fundamental para el funcionamiento de los sectores de la humanidad.