Por Tomás Frutos
La gesta que el Lazio quiere completar este miércoles ante el Bayern de Múnich, haciendo buena la ventaja cosechada en la Ida (1-0), no solo pasa por los pies de Luis Alberto y de Ciro Immobile, los baluartes de Maurizio Sarri, pues el combinado romano ha encontrado en Mario Gila un soporte vital para el buen funcionamiento del equipo.
Hace tan solo un año, Gila (Barcelona, 2000) era un jugador de rol, relegado como mucho a los minutos finales, a un papel secundario en el Lazio. En la pasada campaña, recién llegado a la capital italiana procedente del Real Madrid, el joven central tuvo que encontrar ritmo, adaptarse al futbol italiano y ganarse la confianza de Maurizio Sarri, su entrenador; ese mismo que hoy es su principal valedor.
Porque cuando a las lesiones se cebaron con la defensa del Lazio, emergió el catalán para solventar los problemas con una autoridad y liderazgo que sorprendió al peculiar técnico, encantado con las prestaciones de un jugador ahora inamovible del once.
“Es un jugador muy rápido y agresivo y realiza excelentes recuperaciones. En alguna lectura puede mejorar, a menudo se deja llevar por el instinto. Sinceramente, no pensaba que con todas las lesiones de defensas Mario pudiera hacerlo tan bien tan rápido”, declaró el toscano a finales de diciembre.
Sorprendió a todos por sus grandes actuaciones y recibió al instante la aprobación y el cariño de una grada que le quiere por su forma de jugar, por su agresividad, por su intensidad y por su actitud de líder. Un representante del espíritu auténtico de la grada del Olímpico en el campo.
Desde que fuera titular por primera vez en la temporada a causa de las lesiones el pasado 25 de noviembre contra el Salernitana, el catalán se ha adueñado de una plaza en el centro de la defensa. Jugó 10 partidos seguidos como titular, 9 de ellos completos, antes de su primer descanso, en el “Derby de Roma” el 10 de enero.
Volvió en el siguiente partido a la rutina y acumuló otros 8 partidos seguidos como titular. Fue expulsado contra el Torino y se perdió por sanción el duelo ante el Fiorentina, pero volvió a jugar 90 minutos ante el Milan este domingo.
Sarri ya lo tiene claro. Si Gila está disponible, Gila juega. Se ha ganado la confianza de compañeros y cuerpo técnico y es una pieza insustituible cuando el Lazio juega ante un Bayern de Múnich dolido, falto de confianza y contra las cuerdas, el partido más importante de su última década.
Porque las Águilas se encuentran ante una oportunidad única de superar la primera ronda eliminatoria por primera vez en su historia desde que existe el formato actual de la competencia europea.
Los de Roma ya estuvieron en Cuartos de Final, pero cuando no existían los Octavos. Con el recuerdo siempre presente de aquella eliminación en el 2000 ante el Valencia, dolorosa por el nivel de la plantilla lazial con jugadores como Simeone, Mihajlovic, Nesta, Verón, Nedved o Stankovic, entre otros tantos grandes nombres del futbol italiano, los hombres de Maurizio Sarri encaran el duelo en el Allianz Arena a apenas 90 minutos de la gesta con el empate como resultado válido.
Y por Gila pasan, en buena medida, las opciones de gesta de los suyos, porque el Bayern tiene que salir con todo en ataque para marcar. El empate favorece a los italianos.
Gila está ante su oportunidad de oro. Todo lo que ha demostrado en apenas 4 meses ha sido suficiente para que se haya ganado un puesto en el once de forma merecida en la noche más importante de la temporada, en la que puede hacer historia con el Lazio y en la que puede asentarse como un gran central en un escenario inmejorable como la Champions en el Allianz Arena.
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