Vie. Nov 22nd, 2024

COLUMNA: Cotidianas

Por Redacción Mar6,2024 #Opinión

La verdad

Por Jorge Vega

El lugar común afirma que los niños, los borrachos y los locos siempre dicen la verdad. Esto, porque no los ciñe la camisa de fuerza de la socialización. Tal vez no sea válido con todos los niños ni con todos los borrachos, pero sí con los locos.

En el restaurante de una de las plazas que hay por la avenida Ignacio Sandoval, de noche, uno de estos locos maravillosos estaba pidiendo comida, casi en susurros, sin violencia, sin amenazas, sin sufrimiento. “Tengo mucha hambre”, me dijo cuando pasé a su lado. Él sonreía.

Alguien le dio un helado y se puso a bailar, entre macetas y sillas, canciones de finales de los 70’s que sonaban en los altavoces del restaurante: Boney M, “Ríos de Babilonia”. Bailaba ligero, como si fuera el hombre más feliz del mundo, con el barquillo de helado en las manos y los ojos encendidos.

Nadie lo miraba. Había pocos comensales en las mesas. De reojo, de a ratos, no podía dejar de verlo. Era fabuloso. Su alma se mostraba desnuda, sin los ropajes costosos del ego, brillando sobre un cuerpo delgado, fuerte y con las ropas sucias. La suya era una luz tibia, líquida, flotando en la semioscuridad de la plaza.

No supe si debía darle la mitad de mi cena, ir a darle un abrazo o sólo mirarlo y aprender, con el espíritu, el costo y la riqueza vital que trae consigo la libertad absoluta.

Luego se fue. Nadie más le dimos comida. El loco, el iluminado, el bendito, sólo se desvaneció, sin reclamos, libre como el viento. Regresó a la noche. Se llevó con él la luz del alma para iluminar sus pasos, la avenida.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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