Jue. Nov 21st, 2024

COLUMNA: Reflexiones universitarias

Por Redacción Mar22,2024 #Opinión

En el aula de periodismo

Por César Barrera Vázquez

A invitación de mi amigo Arnoldo Delgadillo Grajeda, catedrático de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Colima, tuve una amena charla con estudiantes de esa carrera que me ha llenado de tanta satisfacción a lo largo de casi 15 años. Esa charla me permitió también disfrutar de un paseo por el campus norte, donde me formé los últimos dos años de la carrera (los primeros dos años fueron en el edificio de El Comentario, en el centro histórico).

Permítaseme, como a Herodoto (quien fue junto con Jenofonte uno de los precursores del trabajo reporteril) una breve digresión antes de entrar de lleno a la materia que impartí a las y los estudiantes de periodismo, me imagino que ya de quinto semestre, pues se notaba que tenían un dominio del enfoque periodístico.

Esta digresión es en sí un vericueto: un camino que se pierde en la espesura de un bosque, y es que cuando caminaba hacia el aula quedé arrobado de los árboles y las áreas verdes que tiene nuestra universidad. Esos mismos árboles que son como amigos, porque uno los recuerda de la época estudiantil.

Por ejemplo, a pesar de que llevaba el tiempo contado, no pude evitar detenerme en el ingente pino que está frente al salón donde cursé el quinto y sexto semestre. Sentí la tentación de volverme a sentar bajo su amable sombra, como en otrora lo hacía.

No pude tampoco evitar caer en ese éxtasis de contemplación al percatarme de la floración de una rosa morada; ese árbol es como el cerezo japonés y, justo en estas fechas, nos deja arrobados por ese estallido de color, ya sea en sus variantes amarrillo o rosa.  Y es que la amarilla se le conoce como primavera.

Así, con esas imágenes, caminé con cierta nostalgia hacia el salón, y la palabra nostalgia en su acepción es adecuada, porque sentí como esa tristeza de estar alejado de la patria, esta palabra que para mí significa más que un país, pues la encuentro en un árbol, en una banca o, incluso, por las noches, en un solitario poste de alumbrado público.

Ahí precisamente, pensé, cuando subía por la escalera al segundo piso, fue donde me titulé. En ese salón. Llovía. Caía un cataclismo diluviano porque se acercaba el huracán Jova. Era el año 2011; un 11 de octubre por la mañana. Todo eso recordé en una súbita deflagración en mi mente.

La patria; otra vez esa palabra y su sentido primigenio, pensé al ver un árbol de mango, tan idéntico al que veía por las tardes desde el patio de la casa de mi infancia. Ahí, bajo un sol crepuscular que no hería los ojos, me imaginaba ver jugar a dos chimpancés. Pensé en eso antes de entrar al salón y hablar con los estudiantes sobre las utilidades de la plataforma nacional de transparencia y el derecho al acceso a la información. Pero, como a Herodoto le sucedía, me perdí en la digresión.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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