Sáb. Nov 23rd, 2024

COLUMNA: Ciencia y Futuro

Por Redacción Abr10,2024 #Opinión

Los medicamentos y la balanza: efectos benéficos contra adversos

Por Doctora Tania Ferrer Villada*

Los medicamentos que nos recetan cuando visitamos al doctor, tienen como propósito atender un mal existente. Gracias a estos fármacos, se han tratado enfermedades causadas por bacterias u hongos, o la hipertensión arterial, la diabetes y las arritmias cardíacas, mejorando así la calidad de vida de los pacientes. Para que los medicamentos proporcionen alivio ante una enfermedad, deben llegar a ciertos órganos en nuestro cuerpo y, una vez allí, provocar la muerte de esas bacterias que ocasionan un daño, o compensar el ritmo al cual late el corazón, por citar algunos ejemplos.

Sin embargo, durante el recorrido que hacen los medicamentos por nuestro cuerpo, llegan a producir ciertos efectos no deseados, pues interaccionan con un gran número de moléculas en nuestras células. El estudio de estas interacciones, para explicar tanto los efectos deseados como los no deseados de los medicamentos, constituyen parte de la actividad cotidiana de los investigadores en el área biomédica. 

Es por ello que, en el Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima, parte de nuestra labor como investigadores se centra en estudiar las interacciones entre los medicamentos y un tipo específico de proteínas, que existen en prácticamente todas las células de nuestro cuerpo, y se conocen como canales iónicos. Los canales iónicos se encuentran localizados, mayormente, en la membrana celular, que no es más que una cubierta de lípidos que rodea todas nuestras células.  Estos canales deben su nombre a la función que realizan, pues son proteínas que atraviesan de lado a lado la membrana celular formando un canal o túnel, a través del cual los iones como el sodio, potasio o cloro, pasan del interior al exterior de la célula, o viceversa.

Los canales iónicos son de vital importancia para el organismo, ya que determinan la frecuencia con la que late el corazón; posibilitan que llegue al cerebro información sobre el ambiente que nos rodea, permitiéndonos escuchar, ver, detectar olores y sabores; son responsables directos de que ocurra la contracción muscular y se han relacionado con los procesos de migración y metástasis de las células cancerígenas.

Debido a que los canales iónicos tienen una distribución tan amplia en nuestro cuerpo y a que desempeñan diferentes funciones, es de suponer que su mal funcionamiento pueda provocar severos problemas de salud en un individuo. Sin embargo, estas proteínas también constituyen el blanco de diferentes medicamentos, pues modificando la función de los mismos se han podido tratar diferentes enfermedades. Es por ello, que el estudio de las interacciones entre los medicamentos y los canales iónicos es de vital importancia, pues esta rama de la ciencia ha permitido el descubrimiento de muchos fármacos que se utilizan hoy en día en la práctica médica. Dentro de estos medicamentos destacan los fármacos antiarrítmicos, anestésicos locales, anticonvulsivantes, los empleados para tratar la fibrosis quística, diabetes, ansiedad, entre otros.

Por otro lado, el estudio de las interacciones entre los fármacos y los canales iónicos también ha permitido detectar efectos secundarios no deseados, pudiendo así establecer márgenes de seguridad en las dosis empleadas para cada tratamiento, restringiendo el uso de ciertos medicamentos para casos muy específicos o, incluso, provocando su retiro del mercado. Por ejemplo, en 1997, la FDA (agencia encargada de regular los alimentos y medicamentos en Estados Unidos) propuso retirar del mercado estadounidense la terfenadina, un antihistamínico utilizado para tratar la rinitis (inflamación de la mucosa nasal). Esta medida se tomó debido al riesgo que representaba la interacción de la terfenadina con un canal iónico, lo cual podría provocar arritmias cardíacas y conllevar a la muerte del paciente.

Considerando lo anteriormente expuesto, es de vital importancia que personal altamente capacitado sea quien recete un medicamento, pues de esta forma se nos va a indicar la dosis adecuada para nuestro padecimiento, obteniendo así el mayor beneficio posible del medicamento y minimizando la aparición de los efectos secundarios. Inclinemos la balanza hacia los efectos benéficos, no hacia los adversos.

*Profesora de la Maestría y el Doctorado en Ciencias Fisiológicas del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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