Por Marcial Aviña Iglesias
Siendo honesto la primera vez que escuche las palabras Spin Doctors, fue gracias a la canción “Two Princes”, que duró 4 semanas consecutivas en el primerísimo lugar de aquel agosto de 1991 en el American Top 40, que la verdad fue la única rolita que me gustó de todo el álbum llamado: Pocket Full Of Kryptonite, perteneciente al grupo de música alternativa -género tan de moda en la década de los noventas-, Spin Doctors.
Tiempo después supe que la expresión Spin Doctor hace alusión a una especie de sujetos que asesoran y se consideran expertos en comunicación política, quienes aconsejan a los políticos para que no la rieguen o si la riegan, les dicen cómo hacerle para juntarla bien y que casi no se note. Este término tiene su origen en el país de nuestros vecinos del norte, refiriéndose a ese spin que en el béisbol se hace para destantear al cácher o receptor y, este ni sepa dónde quedo la pelota. En 1984, el 20 de octubre, después del debate entre Reagan y Mondale, el New York Times, utiliza las palabras Spin Doctor, como referencia a los asesores que recibieron sus honorarios en la organización de ese citado enfrentamiento ideológico de los candidatos a un proceso de elección.
Y así, en nuestro México lindo y que Rigo… hemos visto cómo decisiones por emprender un proceso de modernización económica sin abrir el sistema político, redituaron una crisis de fines de sexenio, presidentes que reciben una economía parchada como las ruedas de mi bicicleta tísica y viuda, que a las primeras rodadas se poncha, discursos que nos vendieron de unas manos limpias, y que con el pánico de perder credibilidad pasaron a ser manos de pugilista, entre muchas más y las que se acumulen.
Gracias a la magia de estos politólogos, muy fácilmente se nos olvidan las regadas de nuestra clase política, quienes posiblemente alguna vez en sus ratos de ocio se atrevieron a cantar “Two Princes”, mientras contaban los billetes, pero como dijo el primero de los Spin Doctor que narra la historia, Quinto Tulio Cicerón (64 a. C.): “Por mucha fuerza que tengan por sí mismas las cualidades naturales de un hombre, creo que, en un asunto de tan pocos meses, las apariencias pueden superar incluso esas cualidades”, será por eso que los debates de acá, terminan anulando mi criterio o de plano la frivolización de la política que es evidente, se ha convertido en la politización de lo frívolo.
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