De los corridos narco a los tumbados: diez años de estudio en las juventudes colimenses
Por Arnoldo Delgadillo Grajeda*
Pueden no gustarte, puede que no te identifiques con ellos, es posible que incluso los odies, pero no puedes ignorar su exitosa y profunda presencia en la sociedad mexicana: me refiero a los corridos tumbados.
AMG, PRC, Ella baila sola, JGL, son solo algunos de los nombres de canciones que seguramente ubicas por su tonada o parte de su letra.
Y con certeza, también conoces los nombres de, al menos, uno de los grandes exponentes de este género: Natanael Cano, Eslabón Armado, Junior H y obviamente Peso Pluma, el artista mexicano que ha permanecido más tiempo en el primer lugar global del Top 100 de Spotify, además de ser el primero en posicionar dos de sus canciones en el Top 50 global de Spotify.
Hablar de los corridos tumbados es muy complejo, pues confluyen fenómenos como el narcotráfico con sus expresiones culturales, la clase social y el nacionalismo; pero también la evolución musical de los corridos de acuerdo a contextos históricos específicos, y la irrupción de las tecnologías en la vida de las juventudes, a través de las redes sociales.
Pero permíteme dar un preámbulo, antes de seguir. Desde muy joven me interesó la investigación social, por lo que cuando llegué a los últimos semestres de la Licenciatura en Periodismo no dudé en realizar una tesis, y al explorar las problemáticas que me interesaba investigar casi inmediatamente me planteé la posibilidad de estudiar la cultura del narcotráfico.
Doy contexto: era el año 2013, en un México lacerado por la Guerra contra el Narco, emprendida por el presidente Felipe Calderón, quien superó los 120 mil muertos durante su Gobierno; por su parte, musicalmente había nacido un subgénero de los narcocorridos -como ahora son los tumbados- llamado movimiento alterado, con la característica de la violencia explícita y el culto al crimen organizado.
Los resultados, meramente descriptivos de aquel incipiente trabajo, mostraron apropiaciones en la forma de vestir, forma de hablar y concepto que tenían sobre el narcotráfico, asociándolo a las esferas de poder económico y expresiones culturales. Este trabajo ganó el reconocimiento del entonces Conahcyt como la mejor tesis de licenciatura, a nivel nacional y fue escrita en coautoría con Perla Alejandra Regla Maldonado; la tesis y trabajos relacionados a ella pueden ser consultados en mis redes académicas (por ejemplo: https://ucol.academia.edu/ADelgadillo).
Cinco años después, volví al mismo espacio geográfico, pero con una generación distinta: el país seguía lastimado por la violencia del narcotráfico, pero musicalmente con intérpretes de nuevas formas de narcocultura. En esta ocasión, los jóvenes apreciaban al narcotráfico como una actividad delictiva, pero que puede darles a ganar dinero fácil y obtener todo lo que se pueda desear, materialmente hablando: aceptar el riesgo por el resultado, ante la incertidumbre del presente, y todavía más del futuro. El artículo de esta nueva investigación puede ser leído en http://ww.ucol.mx/interpretextos/pdfs/557_inpret2010.pdf
Ahora, aprovecho el espacio de la Coordinación General de Investigación de nuestra universidad, para contarles sobre el proyecto -continuidad de esa línea de generación del conocimiento- que impulso con un grupo de estudiantes de la Facultad de Letras y Comunicación, regresando al inicio de la columna: ¿cómo influyen ahora en las juventudes los nuevos corridos (tumbados)?
Para ello, parto del estudio de 3 fenómenos que se entrecruzan en este objeto de análisis: la inclusión de rap y hip hop a la tradición de los corridos, lo que permite ampliar sus audiencias; la democratización de las industrias culturales, poniendo en la esfera global hasta producciones caseras (a través de Spotify, por ejemplo); y el surgimiento de redes socio digitales, como TikTok, que permiten la viralización de contenidos en segmentos poblacionales de cada vez menor edad.
Los resultados preliminares coinciden en algo con el estudio de 2013 y 2018: es de vital importancia vigilar el discurso de la narcocultura y la penetración que tiene en la sociedad, especialmente en niños y jóvenes, pues no sólo sería considerada como apología del delito, sino como apología de los beneficios de ser delincuentes.
Pero también plantea nuevas e interesantes preguntas de investigación: ¿cómo se da la inclusión de mujeres intérpretes en los corridos tumbados, lo que no se veía en ramas anteriores de los narcocorridos?, ¿por qué dan espacio los tumbados al amor, al romanticismo y a la crítica social más allá de la seguridad/narcotráfico?, además de ¿cómo impacta en distintas clases y grupos sociales, al ser una moda que rompe barreras y llega a más numerosas y diversas audiencias?
Aún hay mucho por reflexionar, que vengan 10 años más (y más).
*Profesor e investigador de la Universidad de Colima. adelgadillo@ucol.mx
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