Tey Gutiérrez, priista
Por Rogelio Guedea
La maestra Tey Gutiérrez, como se le conoce afectivamente, me recibe en su despacho del palacio municipal de Villa de Álvarez. Debo reconocer que, contrario a otros candidatos, no fue nada difícil el encuentro. Nos sentamos en su mesa de trabajo y empezamos la entrevista con una evocación de su infancia en un rancho que se llama La Palma, entre Tinajas y Estapilla, y cómo a los 4 años, gracias a que aprendía todo lo que le enseñaban a su hermana mayor (pues su curiosidad era inagotable), ella también aprendió a leer y escribir, lo que le permitió entrar en la primaria a muy temprana edad. También, en virtud de lo mismo, hizo lo propio para poder hacer la primera comunión. Vivían en una extensión de tierra de 55 hectáreas, siendo una familia grande (de 10 integrantes) y sus actividades de niña tenían mucho que ver con el campo, el insondable aprendizaje que ofrece el contacto con la naturaleza. También desde niña reconoce su vocación en la docencia, jugaba a ser maestra, se veía siempre guiando, enseñando, instruyendo, y esto se acrecentó cuando a esa misma edad crucial de los 4 años se muda su familia a vivir a Colima, por la necesidad de sus padres de formarla a ella y a sus hermanos. La inscribieron en la primaria Alejandro Flores Garibay, en la colonia Guadalajarita, y después en la secundaria Enrique Corona Morfín, en aquel tiempo vivían en una casa a espaldas del IUBA. Pero pese al cambio de vida rural a citadina, nunca dejó el rancho, cada vacaciones regresaba a las labores del campo y al continuo contacto con la naturaleza, que tanto le gustaba y que tantas huellas dejaría en su vida adulta. En el rancho se levantaba a las 4 de la mañana, como todos sus hermanos, y ayudaba a hacer nixtamal, además de realizar labores en el campo, pero fue a los 8 años que le viene la ilusión rotunda de ser maestra. Su padre, a quien admira mucho, trabajaba sin descanso, y ciertas temporadas se iba incluso de mojado a Estados Unidos. Todos sus hermanos han admirado eso de su padre, quien ahora tiene 91 años. Su mamá también es una madre ejemplar, y lo fue en la infancia, era ella la que se encargaba de aplicar las reglas familiares, donde sobresalía el orden y la disciplina que a ella le han servido tanto en la vida. La relación con sus hermanos siempre fue muy buena y aunque por ahí uno de ellos quiso dejar la escuela, pronto retomó los estudios de nuevo porque se dio cuenta de la importancia de la formación escolar. Cuando le pregunto que si no fue difícil integrarse a la ciudad viniendo de un mundo completamente rural, la maestra Tey me contesta inmediatamente que sí, al principio no conocían los límites de lo que era una banqueta y una calle, por ejemplo, ni los sentidos en que debían caminar o transitar en ellas, pero que aunque fue complicado al principio, un verdadero choque cultural, incluso en la forma de ser de las personas, pronto se fue adaptando y no cree que haya perdido nunca su esencia ni la forma de ser de su lugar de origen, del que se siente orgullosa. De aquella etapa rememora un hecho que pudo haber terminado en tragedia pero que sólo le dejó una enseñanza con respecto a los límites que debemos tener con la curiosidad: fue la vez que la pateó un caballo en la cara, en el rancho. Aunque no pasó a mayores, todavía tiene la cicatriz, que me muestra con el dedo. Pese a ser notorio en ella su arraigo al campo y a la naturaleza, su vocación de maestra siguió reafirmándose en la secundaria Enrique Corona Morfin cuando conoce a un maestro ejemplar, que profesaba siempre un orden y una disciplina espectacular, algo muy similar a la forma de vida que tenía en su casa, y que a ella tanto le gustaba. En la misma secundaria participó en concursos de oratoria (que ganó) y también se involucró en actividades de liderazgo. Cuando terminó la secundaria, la maestra Tey no tuvo que pensar dos veces en ingresar a la Normal de Maestros, tenía muy claro el destino que debía cumplir. Lamentablemente, la primera plaza que tuvo de maestra se malogró en virtud de que la escuela que le asignaron estaba enclavada en una zona llena de sembradíos de mariguana. Al ver el peligro que corría, decidió renunciar a ese trabajo y entonces de ahí se trasladó a Manzanillo, y es en 1984 que se integra al PRI, contribuyendo en actividades partidistas (como integrante de un comité seccional, coordinadora de zona, etcétera). Posteriormente fue tres veces candidata a regidora y hasta la tercera fue que pudo serlo. Siendo regidora impulsó muchas labores relacionadas con el cuidado del medioambiente y la mejora en la calidad de vida de la población, empezó a promover el cultivo de hortalizas, impulsó la cultura del reciclaje e hizo muchas actividades que tenían que ver con el cuidado del medio ambiente, mucho de lo cual le venía ya de la relación que tuvo con el campo y la naturaleza desde niña y la importancia de una vida sana y productiva. Como siempre le ha interesado la cultura, también durante su periodo como regidora impulsó el rescate de la obra del generoso pintor Rafael Heredia, logrando rescatar 90 pinturas y haciendo exposiciones itinerantes de su obra. Creó la presea Rafael Heredia como estímulo a los creadores de la Villa, semillero de grandes artistas. Antes de tener la oportunidad de ser candidata a la presidencia municipal de la Villa, la maestra Tey recuerda que fue candidata a diputada local, contienda que perdió. Sin embargo, dice que lo primero que hizo después de llorar esa derrota fue irle a agradecer, en compañía de las 141 mujeres que conformaban su equipo, a toda la población que votó por ella, sin saber en ese momento que posteriormente esa misma población sería la que le daría el triunfo como presidenta municipal. No es poco lo que Tey Gutiérrez ha hecho durante estos dos años y medio de mandato. Las acciones que destacan tienen que ver con las más de siete mil luminarias que hizo funcionar en beneficio de muchas colonias que carecían de luz. Asimismo, avanzó exponencialmente en el tema de la municipalización y la eficiencia en la recolección de basura. Se le dieron servicios a muchas colonias que no los tenían y se creó una cercanía con los villalvarenses que no había habido en muchos años. Otra cosa que ha sido muy importante es la buena relación que mantiene con todos los niveles de gobierno, entre ellos con el estatal, manifestando que, aunque la gobernadora pertenece a otra filiación partidista eso no ha impedido haber hecho un buen equipo para atender las demandas de los villalvarenses, tal como sucedió con el tema del colector pluvial. Un aspecto no menos importante ha sido la relación que, gracias a la generosidad del rector Christian Torres Ortiz, ha tenido con la Universidad de Colima, institución que ha fungido y seguirá fungiendo como la evaluadora de su administración y de las metas que se impone en beneficio de la población. Para ella, dice, es un honor que el mismo rector Torres Ortiz se sienta satisfecho de vivir en Villa de Álvarez. De camino a su reelección y de contar nuevamente con el apoyo de los villalvarenses, la maestra Tey Gutiérrez tiene muy claros sus objetivos, entre los cuales se encuentran temas como la prevención de la violencia y de las adicciones, la promoción de la cultura y el deporte (a través de sus más de cien promotores culturales y deportivos), el mantenimiento de las calles y rehabilitación de banquetas (para evitar accidentes en personas con discapacidad) y, por supuesto, continuar creando entornos seguros en áreas como los jardines y zonas de convivencia social. La cercanía con la población es prioritaria, dice la maestra Tey Gutiérrez, y está segura que esto será determinante para que los villalvarenses le refrenden una vez más su voto de confianza.
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