Por José Luis Negrete Ávalos
La expectativa y la suerte parecen presentarse de forma ideal durante estos días de campañas, dónde todos los proyectos navegan hacia el 2 de junio.
Que transitan hacia la obtención del voto popular, con un efecto común dentro del sistema político mexicano; el desarrollo de los procesos electorales, la renovación de las autoridades, los periodos de tiempo que tanto se ha descrito en este espacio, 6 años para Presidente de la República, para Diputado o Senador, 3 y 6 años respectivamente.
Es preciso entender que las intenciones se vuelven más claras conforme se va acercando la fecha de los comicios, la cuestión que puede conformarse al momento de analizar esta constante, particularmente es:
¿Puede aparecer un déjà vu en el entramado de la democracia mexicana que afecta negativamente?
Al responder directamente esta cuestión puede deducirse que esa situación suele presentarse en muchas de las ocasiones que se disponen para el acceso al poder, la repetición del mismo entorno, alusión a problemáticas que deberían enfocarse hacia posibles soluciones, los retos de la credibilidad en las ideas, y estas mismas ideas efectivas en la realidad.
Ese mismo efecto de deja vu, de repetición, es la lucha que prevalece por los grupos vulnerables o prioritarios, personas de las comunidades indígenas, personas de la diversidad sexual, personas con discapacidad, por la protección y promoción de sus derechos, los cuales se han ido ganando poco a poco, pero por supuesto que no se están, alejan de la necesidad de hacer efectiva la democracia y los derechos políticos electorales para cada uno de estos grupos sociales.
Jamás por capricho si no, por el genuino derecho de ser partícipes y autores directos del desarrollo social en los pueblos, comunidades, y Estados, dónde viven, por propia convicción y responsabilidad sobre las problemáticas y necesidades que les afectan directamente.
Logrando con esto, que las principales decisiones que pueden llevar a respuestas precisas, estén formuladas a partir de propuestas hechas por los propios grupos vulnerables o prioritarios, y no caer en la repetición de patrones y acciones que solo observan números y votos efectivos cada cierto tiempo.
Esa es la llave para cerrar completamente la puerta a acciones paliativas, que tan solo esconden las oportunidades de una democracia genuina sin déjá vu.
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