Por Concepción M. Moreno
Pasear por las calles de Nápoles remite directamente a Buenos Aires: aunque se hable italiano, la entonación y la manera de hablar de sus habitantes recuerdan a las de los porteños; su caos, sus calles con ropas tendidas y las idolatrías futbolísticas son similares.
Allí, Diego Armando Maradona fue (y hoy sigue siendo así), un dios sobre la tierra, el futbolista que lideró a un equipo modesto del sur de Italia para competir no sólo con los ricos del norte del país, sino para triunfar en Europa: con él en sus filas (1984-1991), el conjunto celeste ganó 2 Ligas, una Copa y una Supercopa de Italia, amén de una Copa de la UEFA.
La pasión del sur de Italia -para bien y para mal- es comparable a la que viven algunas aficiones del futbol argentino y quizá la que mejor encarne ese espíritu sea la de Boca Juniors.
Eso es lo que compartió el uruguayo Edinson Cavani, quien como el Pelusa cuenta en su carrera futbolística tanto el Nápoles como el Boca Juniors, durante su presentación oficial como jugador del Xeneize, en alusión a las numerosas muestras de cariño recibidas nada más llegar a Buenos Aires, procedente de Montevideo.
“Me tocó una situación parecida en Napoli, aún no había pisado la cancha y la gente ya me mostraba mucho cariño y yo pensaba: ‘Pero si no me vieron todavía en la cancha con la camiseta’. Eso te demuestra la pasión de la gente de este club”, relató emocionado sobre los abrazos, aplausos recibidos.
Fiesta en la cancha
Unas 35 mil personas asistieron con gran expectación a dar la bienvenida al que esperan sea su nuevo héroe: el Matador que lidere al equipo a su séptima Copa Libertadores para igualar al Rey de Copas, el Independiente, único que presume del récord desde 1984.
La Bombonera, el mítico estadio del barrio de La Boca, ese al que muchos inmigrantes, fundamentalmente italianos, llegaron a comienzos del Siglo XX dando la particular imagen que tienen algunas de sus calles, como la turística Caminito, apareció repleta de luces azules y amarillas para recibir por todo lo alto al fichaje más importante de los últimos años en el futbol argentino -marcado más por sus salidas que por sus entradas-.
Pancartas llenas de mensajes de afecto, hinchas de todas las edades, banderas de Boca Juniors y también de Uruguay, cánticos habituales de la afición xeneize y otros dedicados al Matador y un grito habitual en las canchas de todo el mundo donde los uruguayos destacan: “U-ru-gua-yo”.
Precisamente de esa nacionalidad fue el invitado más especial a la fiesta en la cancha: Sergio Manteca Martínez.
“Quiero colgarme del alambrado de La Bombonera, como hizo el Manteca”, dijo en varias ocasiones Cavani, dejando caer así sus simpatías por el club de La Ribera, en referencia a una imagen de 1992 en la que su compatriota celebra un gol subido a la verja frente a la afición en un Superclásico contra River.
En un gesto lleno de complicidad y de ternura, ‘el Matador’ regaló a Martínez su primera camiseta boquense -la que llevaba puesta al saltar a la cancha- mientras ambos se abrazaban ante la ’12’, el fondo donde cada domingo alienta la barra brava de Boca Juniors.
El sueño del pibe
Su familia acompañó al futbolista durante toda la presentación, tanto en la rueda de prensa como en la aparición pública ante la afición; sin duda, el momento más delirante fue al final de su alocución, en la que expresó el “deseo” de “recorrer un largo camino” junto a la afición y poder “ofrecer alegrías” en ese tiempo.
Y con el micrófono en mano, entonó el habitual “Dale Boca, dale Booo”, acompañado de sus 4 hijos.
Otro pibe, en este caso de 12 años, pisó hace 24 años el Estadio Alberto J. Armando (el habitualmente nombrado La Bombonera). Era él y jugaba en categorías inferiores en Uruguay y, durante una excursión a Buenos Aires, los integrantes de su equipo pudieron visitarlo.
“Nos dijeron que no se podía pisar la cancha, sólo se podía ver desde la tribuna y se te pasan cosas por la cabeza. Deseaba pisarla y no me imaginaba lo que después iba a pasar en mi carrera”.
No imaginaba una carrera que le llevaría a Danubio, Palermo, Paris Saint-Germain, Manchester United y Valencia, además de la selección uruguaya, ni que entre Nápoles y Buenos Aires podría cumplir el sueño del pibe.
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