En el marco del Día Internacional de la Madre Tierra, es imperativo reflexionar sobre el papel que todas y todos los universitarios de cualquier parte del Mundo, debemos jugar en la preservación de nuestro planeta. La urgencia de ese compromiso se amplifica cada día con el creciente impacto del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la sobreexplotación de recursos naturales.
Una de las estrategias más prometedoras y necesarias que se puede implementar y facilitar desde las instituciones de educación superior es la adopción de la economía circular. Esa iniciativa representa un cambio radical respecto al modelo económico tradicional de solo producir, usar y desechar.
Ese enfoque busca minimizar el desperdicio, maximizando el uso continuo de los recursos a través de la reutilización, reparación, renovación y reciclaje de materiales y productos.
Hay que insistir en que, como universitarios, universitarias, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de ser pioneros en la implementación de esos principios, no solo en nuestras áreas de estudio, sino en cada aspecto de nuestra vida cotidiana y profesional.
El primer paso hacia una economía circular puede comenzar con acciones simples pero significativas, como promover la conciencia y educación ambiental, integrar en los programas de estudio, módulos que aborden la sustentabilidad desde diversas disciplinas, preparando a las y los estudiantes para que piensen y actúen con una mentalidad de conservación y respeto por el medio ambiente.
También podemos desarrollar o participar en programas de reciclaje y compostaje, además de establecer y mejorar las instalaciones de reciclaje. Por lo pronto, en la UdeC seguiremos manteniendo alianzas y colaboraciones con empresas locales para prácticas sostenibles.
Como Universidad, tenemos la capacidad única de moldear las mentes que definirán el futuro del Mundo. Nuestro compromiso con la educación en pro de la Madre Tierra no es solo una responsabilidad ética, sino una necesidad práctica.