Sáb. Nov 23rd, 2024

COLUMNA: En palabras Llanes

Por Redacción Abr24,2024 #Opinión

Brevediario

Por Alberto Llanes

Corría el año de 1999 y muchos de los que ahora son parte de mi alumnado ni siquiera habían nacido cuando mi compadre -por el mero gusto de ser mexicanos-, amigo, hermano y casi casi hasta gemelo David Chávez y yo coincidimos con toda nuestra rebeldía, en los pasillos de la Facultad de Letras y Comunicación en la carrera de Letras y Periodismo -que era la que se ofertaba por aquellos años-; ambos teníamos un sueño -incluso asistíamos o podríamos haber asistido a clases con mucho sueño-, pero ambos coincidimos en aquellos días con la idea de ser escritores, nos casamos con ella y con la idea también y, acá estamos…

De esa generación de la hermosa Falcom han surgido varios escritores Carlos Ramírez Vuelvas, Ihovan Pineda Lara, David Avalos y su servidor, aunque, David, siempre se mantuvo a raya a la hora de publicar; se tomó su tiempo, analizó bien su obra y ¡tras!, ahora nos presenta Brevediario su ópera prima en solitario, porque anteriormente, Chávez había publicado, sí, no es la primera publicación que hace, tenemos años en este Mundo como que para que sea su primera publicación, no, antes habíamos publicado en suplementos -no alimenticios, por favor-, en el periódico, en La ubre del payaso -nuestro periódico estudiantil-, en revistas y antologías y quizá ahí Chávez decidió no apresurar el momento cumbre, ese de publicar en solitario; sino hasta ahora.

Recuerdo muy bien alguna ocasión, en una de las materias que nos impartía el profesor Manuel Delgado Castro que nos dijo muy claramente esto: -los médicos entierran o enferman sus errores; los abogados los meten a la cárcel o pierden un juicio y, por ende, dinero, pero los periodistas, los comunicadores y los escritores… esos, esos publican sus errores-, jamás olvidaré esa sentencia, como jamás olvidaré las sabias palabras de nuestro querido maestro Jesús Aragón, con quien Chávez y yo compartimos un tiempo y un lugar al asistir a un taller literario que organizaba, año con año la Universidad de Guanajuato en la llamada red Altaller; Aragón, sabiamente nos dijo: -cuando vean un baño, vayan, aunque no tengan ganas, cuando les ofrezcan de comer, coman, aunque no tengan ganas y así, hagan las cosas aunque no tengan ganas, uno nunca sabe cuándo será la última vez que entremos a un baño… que comamos o que hagamos algo-, ¡tras! A Chávez y a mí nos cayó un veinte del tamaño del Mundo… del Mundo. De ahí agarramos la parranda y, aunque sí nos presentamos a las sesiones del maestro Aragón, lo hacíamos en estado “credo”; es decir, entre crudos y todavía ebrios -por decir lo menos o por decirlo bonito-…

Brevediario llegó a mis manos el 8 de abril de este mismo año (2024), Chávez cumple años el 14, es aries al igual que yo, yo cumplo el 24, pero de marzo, ambos casi iguales, casi gemelos, los gemelos Brenan como nos decían cuando nos metimos a trabajar al mismo tiempo al épico y legendario: Ecos de la Costa, en la sección de policiacas; una tarde fuimos al cine, como hermanos, juntos, miembros de la iglesia… a ver la película: Y tu mamá también que, vaya, ni mandada a hacer para nosotros, de inmediato coincidimos con la ideología de los charolastras e incluso los imitamos en muchas cosas; ese día una tremenda tormenta -de las que ya no hay- cayó sobre Colima -no recuerdo qué día ni mes era-, la sala de cine era el Jorge Sthall que, obviamente y estando al lado del río, se inundó, nosotros nos quedamos, como buenos charolastras hasta el final viendo la película, aunque la sala pareciera una pequeña piscina. Al salir de ahí, nuestro jefe en el diario nos mandó a trabajar; a mí a la redacción a escribir las notas del día y a esperar el reporte del tiempo de las agencias noticiosas, con fotografía y todo para diagramar las páginas y esperar la información que trajera David Chávez a quien mandó, en una bicicleta y con una cámara a cubrir las diversas fuentes, entre ellas Protección Civil, Cruz Roja etcétera…

Con estas 2 premisas de los grandes maestros que tuvimos leí el libro de Chávez, ahí está él, en primera persona, en tercera, en segunda -bueno, no recuerdo que haya una minificción en segunda persona, pero si la hubiera, estuviera también David Chávez ahí-. Aproveché el regalo que me hizo y lo leí de pé a pá y de pá a pé, -así con tilde para que amarre- y como dijera Aragón, lo leí porque no sé cuándo más vuelva a leer a Chávez en solitario -espero y deseo que sea pronto, prontito y no nada más por Facebook- y, como nos dijo Manolo, pues no vi ningún error, ninguna errata en este primer libro, lo que habla del trabajo tan pulcro, tan detallo que se hizo al momento de cuidar la edición, pero y, sobre todo, al momento de escribir cada una de las microhistorias que componen este Brevediario.

Ya estoy viejo porque, al leer el libro de Chávez con la dedicatoria que me escribió… una pinche nostalgia invadió mi cuerpo, mi ser, las entrañas, las venas, las vacunas, mi Covid, todo lo que soy en cuerpo, puerco, alma, espíritu, esencia y así… irremediablemente recordé esos años maravillosos de la facultad cuando ninguno de los que ahora son parte de mi alumnado habían nacido, pero ahí estábamos Chávez y yo haciéndola de pedo #YorchDePolanco desde 1981 él, y yo, desde 1978, sí, soy más viejillo que Chávez -y quizá por eso yo me he lanzado como dijera Yukio Mishima cual Caballo desbocado a publicar a lo puro pendejo, o quizá no, pero es que uno nunca sabe-.

Brevediario es lúdico, lúcido, loco -como Chávez, como yo-, es Antígono, pentágono, poligónico, circulatorio, ambulatorio, trancisotio, inciso tercero, cláusula dos, es azuceno, misceláneo, es pura inventiva y pura vida también -como dijera Clavillazo-, pero es también mito, realidad, ficción de la mera Gutiérrez -de la mera Gud(tierrez), pues por si no conocen la referencia-, es católico, apostólico, romano y remono, es anticatólico y tiene ene cantidad de referencias de pura cultura o de cultura pura, es cultura también y escultura, es histórico e histérico, es deambulatorio, didáctico, polifacético, multifacético, antiséptico, bromuro, bismuto, Maputo, es vertebrado pero también invertebrado, es mamífero, muy mamífero, y cuando en la frase anterior digo muy mamífero me refiero a eso, muy mamífero, es una parte entera -porque cuando doy un pedazo lo doy entero-, pero también es un fragmento o son varios o varios, ovarios… es directo, concreto, argento, Asia Argento, nunca esperpento, es audaz, brillante, hilarante, lacónico -muy lacónico-, es mi pinche compadre, ahí, enterito, desnudito, completito, todo él, entera, eterna, pederamente -como cuando llevó a una noche de alcohol un suero en botella de vidrio que daba la impresión que era caguama-, Brevediario somos él y yo, y los amigos y las amigas, y la fiesta, el rock and roll y el fut americano es todo eso y mucho más, y yo a mi compadre lo quiero mucho, pero muchooo compadre, como se quieren los compadres huevo cartoones que también se quieren harto, se quieren bonito, se… se…

Ahora entiendo por qué Chávez tardó algunos añitos en entregarnos su primera obra, Brevediario es un libro bonito -replicaré nuestras críticas cuando Chávez y yo leíamos nuestros textos en diferentes talleres que asistimos-, pero sí, es un libro que está bien pinches bonito, por dentro y por fuera, sencillo pero con una profundidad de pensamiento, de lenguaje muy al estilo de David Chávez que, ahora, por primera vez, se desnuda ante sus lectores y nos muestra sus gustos por las sirenas, por la música y por algunos pasajes -y paisajes- por la historia de la humanidad, sus devenires, dichos, juegos de palabras; su lectura nos lleva por una semana intensa, dijera Elena Garro, La semana de colores donde tenemos de todo como en botica de esas boticas que ya no hay, pero que, si acaso, en nuestro terruño queda una, la del pollo, donde ni te cobran la consulta, por cierto.

¡Bambi!, te invito a leer Brevediario, no te vas a arrepentir. Si piensas que exagero, -dijera el príncipe de la canción», puede que sea verdad, «esto ya no lo dice así en su canción-, pero yo no soy él. El libro de Chávez por breve bueno y esto no lo digo por compromiso, ni porque me cae bien, ni por quedar bien con él, mucho menos porque sea mi compadre, no, lo digo, porque estas ficciones breves, te van a sacar, definitivamente, de tu estúpida zona de confort… y de música para volar…

Corría el año de 1999… desde entonces y a la fecha… seguimos siendo compas.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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