Este 2 de junio, como jóvenes universitarios, enfrentamos una responsabilidad que va más allá de las aulas: ejercer nuestro derecho al voto. No se trata solo de marcar una casilla al azar o seguir la corriente popular. Votar con conocimiento de causa es un acto de poder que puede definir el futuro de nuestro municipio, estado y país.
Para las próximas elecciones, diversas plataformas político-electorales contienden por nuestra atención y, lo más importante, por nuestro voto. Cada una de esas plataformas propone soluciones distintas a los problemas que más nos afectan: desde la educación, la inseguridad y el empleo, hasta el cambio climático y la seguridad.
Es fundamental que, como votantes jóvenes, nos tomemos el tiempo necesario para entender esas propuestas. ¿Qué partido ofrece soluciones reales y factibles? ¿Cuáles son sus planes para abordar los problemas que más nos impactan?
Un voto informado es un voto que tiene poder. Significa que hemos hecho nuestra tarea, que hemos cuestionado, comparado y reflexionado sobre las mejores opciones para nuestro entorno.
En las universidades e institutos de educación superior se nos enseña a cuestionar, a analizar con espíritu crítico; apliquemos esas habilidades en nuestra elección.
En esta era de la información, no hay excusa para no estar informados. Los debates, las entrevistas a candidatos, las plataformas de los partidos están al alcance de un clic. Además, diversas organizaciones y medios de comunicación ofrecen análisis y comparaciones que pueden ayudarnos a tomar una decisión más educada.
Es también nuestro deber como jóvenes cuestionar y exigir a quienes pretenden representarnos. Busquemos propuestas concretas y viables. Hablemos, discutamos y, sobre todo, participemos. Nuestra participación en estas elecciones no solo es un derecho, sino un deber cívico que puede contribuir a un cambio real y tangible. No es solo el futuro de los candidatos lo que está en juego, sino el nuestro.
