*Por Gregorio Macedo López
La aparición de un nuevo órgano periodístico en el ámbito de una comunidad, debiera considerarse como un acontecimiento de verdadera transcendencia, como un hecho que refleja la supervivencia de valores intelectuales y morales, que a través del pensamiento escrito, de la palabra impresa, informan y orientan a los integrantes de una sociedad, al pueblo, con el afán verdadero de servir, ya que un periódico debe estar imbuido de auténtico espíritu comunitario, de tal manera que sus columnas sean el conducto eficaz, apropiado, para que los múltiples problemas que afectan a la colectividad sean conocidos y resueltos por el Poder Público.
Un periódico -ya lo dijo alguien- es como un parto de luz cuando sus noticias y comentarios van encaminados a la búsqueda, al logro del bien común, cuando además de fijar rumbos para alcanzar las más elevadas metas de progreso, son portadores de la verdad objetiva de lo que ocurre en el diario acontecer de una sociedad; debe señalar en forma abierta y clara, mas sin los desplantes de una valentía ramplona, los abusos del poderoso contra el débil; señalar con todo vigor la injusticia, venga de donde venga; desenmascarar al líder prevaricador, al político inescrupuloso y luchar contra toda clase de vicios, pero nunca escatimar el reconocimiento al hombre público que está cumpliendo con sus altos deberes, al investigador, al profesionista, al maestro y al estudiante distinguidos.
Un periódico que distorsiona los hechos o que miente deliberadamente, que en vez de convencer, insulta; que en vez de orientar, desorienta; o que se convierte en portavoz de desahogos personales, es factor negativo que se constituye en vocero de la discordia.
El mundo de nuestros días atraviesa por una época difícil, llena de zozobras; la incertidumbre ante el futuro de la humanidad siempre en aumento y con más carencias, necesita con urgencia la voz orientadora, la palabra que guíe a la solución los graves problemas, subordinando nuestras grandes y pequeñas pasiones, nuestros intereses de la especie humana. Y esa voz, esa palabra orientadora, debe surgir de los órganos periodísticos, así sean éstos los grandes rotativos de las Metrópolis o los muy modestos de las provincias.
Por eso, porque tenemos fe en el periodismo que guía, orienta y construye, saludamos a El Comentario, que desde hoy posa sus planas en el estadio de la prensa colimense.
*Editorial publicado en la primera plana de nuestra edición impresa del jueves 20 de junio de 1974, justo cuando nos poníamos a consideración de las y los lectores colimenses. Hoy, nuestro cabezal cumple 49 años…