Por José Luis Negrete Ávalos
Todo parece estar listo para el cumplimiento del día “D”, la jornada electoral que literalmente puede definir no solo el desarrollo de un país en la asimilación de las ideas que muestran cada una de las fuerzas políticas que participan en esta contienda, la intención inmediata de los partidos políticos que posicionan las candidaturas, las coaliciones en su totalidad, la definición de sus estrategias con el único fin de alcanzar las preferencias de la mayoría de los ciudadanos que acudirán a las urnas.
El día “D”, donde las expectativas llegan a plenitud, ya que es aquí donde se observa la utilidad sobre los esfuerzos realizados durante la campaña política.
El toque de puerta en puerta, las reuniones con las comunidades donde las posturas y la escucha activa de candidatos y candidatas parecen darse de manera precisa, los recorridos, los distintos mensajes que intentan describir la mejor oferta política, el cara a cara en debates. Todos y cada uno de los elementos que están dispuestos para tener un mayor panorama sobre la decisión del voto,
Al mismo tiempo, los retos que se van tejiendo en el desarrollo de las reglas y la mediación del árbitro electoral, que desde su origen y fundamento autónomo intenta dar claridad al próximo 2 de junio.
Pero, ¿Cuál es el reto que muestran en realidad estas próximas votaciones?
La respuesta más cercana puede describirse en el hecho del deseo ciudadano de un cambio, un cambio que no se centra simplemente en los colores, las ideologías, o directamente con la oferta política, el caso sobre el agrado o disgusto de una propuesta, de una postura o el efecto favorable del carisma de una figura, esto se ubica plenamente en el cambio que favorezca el desarrollo en distintos aspectos.
Económico, social, el fortalecimiento del Estado de derecho, donde estén garantizados los derechos, las oportunidades, que propicien la mejora colectiva, un cambio que deje atrás las simulaciones, y los espejismos que solo dañan la credibilidad de un sistema, de por sí ya desgastado. Lejos de desvirtuar el poder por el poder, lejos de declinar por las ambiciones. Para ambicionar gobiernos que estén a la par del pueblo que representan; esa es y será la relevancia del día “D”.
