Incomparable
Por Alejandro Bernal Astorga
La naturaleza humana señala que, tendemos a compartir una serie de características distintivas inherentes, que incluyen formas de pensar, sentir y actuar.
Para que estas características incidan positivamente en las personas y en el entorno que las rodea, la inteligencia, los principios, valores y la libre voluntad de acción, deberían estar presentes en todo proceso de formación.
El gran reto es que cada vez más mexicanas y mexicanos tengan acceso a la educación de calidad e incluyente para romper círculos de pobreza, promover la igualdad de oportunidades y el acceso a mejores niveles de vida.
Impulsar la educación implica atacar las causas y no solo mitigar los efectos, sin embargo, los resultados de esta estrategia no son siempre visibles en el corto plazo; la visión educativa de un país requiere continuidad a través del tiempo, objetividad, suficiencia de recursos y unidad de dirección; debe ser ajena a intereses y un medio para evitar la violencia, lograr equidad y alcanzar la paz.
La educación debería fijar las bases para que la igualdad de oportunidades impulsara la unión de las y los mexicanos; quien la usa para dividir e imponer su criterio como el único a seguir, sirve a sus intereses, pero no a los de la nación.
Cuando escucho a candidatas o candidatas afirmar radicalmente, y sin argumentos, que todo está bien o todo está mal, como si una mentira repetida continuamente se convirtiera en realidad, me pregunto si están realmente educadas o educados; cuando no ejercemos nuestro derecho al voto y gana el abstencionismo, me pregunto si tenemos el gobierno que merecemos.
Cuando anteponemos nuestro beneficio personal sin importar el beneficio de quienes aún no lo logran, pero se esfuerzan; cuando me victimizo y no asumo responsabilidades, ni me formo en la cultura del esfuerzo; cuando asumo que todo el que no piense o actúe como yo es el enemigo a vencer o cuando no soy empático y no trato a los demás como me gustaría ser tratado, me pregunto si estamos educados o si solo acumulamos conocimientos.
Cuando vuelvo la mirada me pregunto en qué momento dejamos de tener la capacidad de asombro de las niñas o niños; cómo fue que perdimos la inocencia y la nobleza; por qué dejamos de valorar lo que realmente vale.
Hace unos días me hicieron recordar que es bueno regresar sobre nuestros pasos y volver a nuestra esencia; que es incomparable encontrar la felicidad en lo simple, en lo que nos arranca una sonrisa espontánea, un suspiro y nos hace sentir vivos. ¡Gracias!
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