Por José Luis Negrete Ávalos
El pasado domingo 2 de junio se desarrolló uno de los procesos electorales más esperados en los últimos años, la elección de candidatos y candidatas en todo el país, la renovación del Congreso de la Unión, diputados y senadores, así como los congresos locales en los distintos estados de la República, las alcaldías y ayuntamientos que representan la célula más cercana del poder al pueblo, y dentro de estos, regidurías, oficialías mayores, y por supuesto presidentes y presidentas municipales.
Todos los reflectores estaban puestos sobre esas horas en las que se llevarían a cabo estas elecciones, el interés de saber los resultados, en muchos casos la incertidumbre sobre la posibilidad de cambios significativos en el acceso y distribución del poder político.
Sin dejar atrás la elección que generó más interés por parte de los ciudadanos, de los medios de comunicación, de los analistas que rescataban en todo momento cualquier dato específico que pudiera dar un panorama adecuado y preciso hacia el final de la jornada, la elección a Presidenta o Presidente de la República; en ese sentido todos los detalles estaban puestos y afinados para que los comicios electorales dieran comienzo, cada una de las fuerzas políticas volcadas en observar los resultados.
El Instituto Nacional Electoral (INE) a partir de su estructura, buscó que se realizaran todas las actividades tendientes al voto de manera correcta, la importancia de definir al cierre de las casillas lo más pronto posible, el conteo de los votos, las muestras de avances a través del Programa de Resultados Electorales (PREP) que dio 33, 226, a Claudia Sheinbaum que la ubican como virtual ganadora de este proceso.
Por ello surge una pregunta básica ¿Hacia dónde va esta continuidad del poder?
La lógica que a través de estos meses se ha escuchado en el discurso público es, el seguimiento a las acciones dispuestas por el Ejecutivo actual, en una total concordancia que parece no asegurar alguna modificación a políticas que surgen indistintamente, por ello podría entenderse la respuesta como un fortalecimiento de la continuidad o al contrario, podría conducirse de una forma ligera por así decirlo, que advierte una distinción a partir del propio desarrollo de un nuevo gobierno, encabezado precisamente por la primer mujer presidenta, incidiendo en la reformulación de tareas que señalen la brújula del desarrollo económico, pero sobre todo que permita cerrar el capítulo tan obcecado de polarización; todo depende de las decisiones en las que se sostenga firmemente la separación de poderes.
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