Desnutrición, ¿un factor que incide en la esquizofrenia?
Por Minerva Ortiz Valladares*
La esquizofrenia es un trastorno psicótico complejo que impacta la capacidad cognitiva, conductual y emocional de individuos en todo el Mundo, aún sin contar con una explicación etiológica totalmente comprensible. Los descubrimientos recientes han vinculado la desnutrición perinatal con el desarrollo cerebral disruptivo y su posible conexión con conductas asociadas a la esquizofrenia en etapas posteriores de la vida.
Las primeras pruebas que relacionaron la desnutrición con trastornos psiquiátricos surgieron de estudios realizados por Huang y su equipo, quienes analizaron datos de 4,972 personas de origen chino nacidas entre 1956 y 1963, durante la “Gran Hambruna China” (1958-1962). Este grupo fue encuestado entre 2001 y 2005 para una investigación epidemiológica de salud mental, los resultados mostraron puntuaciones más altas en factores de riesgo para la salud mental y puntuaciones más bajas en aspectos de salud general.
Hallazgos similares surgieron de un estudio sobre la hambruna holandesa (1944-1945), que reveló una fuerte asociación entre la hambruna prenatal y temprana con anomalías en el sistema nervioso central, esquizofrenia y trastornos del espectro de la personalidad relacionados con la esquizofrenia. Además, en otras poblaciones se ha observado una relación entre la desnutrición durante el primer año de vida y una mayor incidencia de trastornos de personalidad paranoide, esquizoide, esquizotípico y de evitación.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente 24 millones de personas en todo el Mundo se ven afectadas por la esquizofrenia, con un aumento significativo en los casos entre 1990 y 2016, pasando de 13.1 millones a 20.9 millones. Las regiones más afectadas por este incremento, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), son el África subsahariana y Oriente Medio, cabe notar que son áreas con altos índices de desnutrición, como Somalia, la República del Congo, Yemen y otros.
La esquizofrenia se manifiesta a través de una amplia gama de síntomas que varían en intensidad y presentación entre individuos e incluso en una misma persona a lo largo del tiempo. Desde síntomas positivos, como alucinaciones y delirios, hasta síntomas negativos como la apatía y la reducción en la expresión emocional, así como problemas cognitivos que incluyen dificultades de atención y memoria, esta heterogeneidad sintomática refleja la complejidad del trastorno y su impacto en diversas áreas cerebrales. Estudios clínicos han evidenciado anomalías en la materia blanca cerebral, que está compuesta por axones recubiertos de mielina que facilitan la comunicación neuronal y la transmisión sináptica.
En 1968, se reportó por primera vez una posible relación entre mielina y pérdida axonal en áreas frontales del cerebro (responsables de funciones cognitivas superiores, como la planificación, toma de decisiones, control motor y regulación del comportamiento) y síndromes psicóticos, en pacientes con meningiomas en áreas frontales, que son un tipo de tumor generalmente benigno que se forma en las capas externas de tejido (meninges) que cubren el cerebro y la médula espinal.
El análisis post-mortem mostró una reducción significativa de las vainas de mielina y los axones en el lóbulo frontal derecho. En años posteriores se confirmaron estos hallazgos, con reportes de muestras post mórtem de pacientes con esquizofrenia que presentaban alteraciones de mielina y oligodendrocitos (tipo de células gliales que producen y mantienen la vaina de mielina), observación que se confirmó con técnicas de neuroimagen más recientemente.
Estudios recientes han mostrado que la desnutrición temprana puede afectar el neurodesarrollo al comprometer la mielinización, éstos sugieren una posible correlación entre desnutrición en etapas tempranas de la vida (gestación y primeros 5 años de vida) y un mayor riesgo de alteraciones en la mielinización, lo cual, junto con otros factores genéticos y ambientales, influirían en el desarrollo de la esquizofrenia en etapas posteriores de la vida. En este orden de ideas, se destaca el papel crucial de la nutrición en etapas tempranas del neurodesarrollo, lo que parece ser fundamental para mantener la integridad del proceso de mielinización y un posible acercamiento a la comprensión fisiopatológica de la esquizofrenia.
Actualmente, en el laboratorio de Neurociencias de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima, se investigan estos posibles mecanismos que subyacen entre la desnutrición, las alteraciones en la mielinización y el desarrollo de conductas asociadas a esquizofrenia. La tesis del estudiante del doctorado en Ciencias Médicas, Ricardo Pedraza Medina, tiene como objetivo evaluar la relación de la desnutrición perinatal con la conectividad sináptica de la corteza frontal y las conductas asociadas a la esquizofrenia, bajo la dirección de la autora del presente texto, quienes buscan a través de sus hallazgos identificar estrategias para disminuir el riesgo del desarrollo de la esquizofrenia en poblaciones vulnerables, lo que sería una contribución crucial tanto para el conocimiento científico como para la salud mental de la sociedad.
Recientemente, les han aceptado el artículo de perspectiva titulado “Bridging the Gap: Prenatal Nutrition, Myelination, and Schizophrenia Etiopathogenesis” en la revista Neuroscience, donde se propone con evidencias la relación crucial entre la desnutrición, las alteraciones en la mielinización y el desarrollo de esquizofrenia.
*Profesora investigadora por asignatura en el laboratorio de Neurociencias de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima
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