En un Mundo donde la interconexión es cada vez mayor y las diferencias entre culturas, ideologías y creencias se hacen más visibles, la promoción del respeto a los Derechos Humanos se convierte en una necesidad imperante. Ese principio, que debería ser la base de cualquier sociedad justa y equitativa, debe ser inculcado desde las primeras etapas de la educación, y con mayor énfasis en los niveles de bachillerato y superior.
Las y los jóvenes que cursan la educación media y superior están en una etapa crucial de formación, no solo académica, sino también ética y moral. En ese periodo, están desarrollando una visión más crítica y consciente del Mundo que los rodea. Es aquí donde el respeto por los Derechos Humanos debe ser enfatizado como un pilar fundamental en la convivencia social.
Promover el respeto por los Derechos Humanos en esos niveles educativos no solo se trata de impartir conocimientos teóricos sobre los mismos, sino de fomentar una cultura de respeto, empatía y acción en la vida diaria.
Es esencial que las y los estudiantes comprendan que los Derechos Humanos no son conceptos abstractos, sino realidades que afectan la vida de millones de personas, incluyendo la de ellos mismos.
Las instituciones educativas tenemos la responsabilidad de crear espacios donde se discutan abiertamente temas como la igualdad de género, no discriminación, libertad de expresión y el acceso a la justicia. Además, debemos proporcionar a las y los estudiantes las herramientas necesarias para identificar y combatir las violaciones de Derechos Humanos, ya sea en su entorno inmediato o en un contexto global.
La promoción de los derechos fundamentales también contribuye a formar ciudadanos críticos y comprometidos con su comunidad. Un estudiante que entiende la importancia de los Derechos Humanos está más dispuesto a participar en la construcción de una sociedad más justa y a defender a aquellos cuyas voces no siempre son escuchadas.