Las pintoras de la primera mitad del Siglo XX en Colima, protagonistas del desarrollo de la plástica local que marcó época*
Por Alfonso Cabrera Macedo**
Instituciones educativas como los liceos, marcaron un fuerte impacto en la enseñanza del arte en Colima; las artes visuales figuraban como una asignatura más en su matrícula; pero, para aquellas personas colimenses de la segunda mitad del Siglo XIX como Senorina Merced Zamora, interesadas por profesionalizarse en la pintura y el dibujo, necesitaron emigrar hacia las grandes capitales cuyas instituciones ofrecían dicha oferta educativa.
Pocas colimenses decimonónicas de las que se tenga registro salen del Estado impulsadas por el deseo de perfeccionar sus habilidades en prestigiosas academias de las principales ciudades del país, pero son precisamente quienes influyen e instruyen a las y a los primeros artistas que emergen al iniciar el Siglo XX en Colima.
Senorina gracias al apoyo del Gobierno del Estado, logró estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes; como alumna destacada, recibió de manos del presidente de la República, Porfirio Díaz, el 8 de febrero de 1893, el diploma del Primer Premio del Curso del Cuarto Año Preparatorio de Ramos Artísticos, entre otras distinciones en su estadía por la Ciudad de México. Como estudiante, visitó ocasionalmente su tierra natal, causando exaltación entre lOS transeúntes que veían admiradas a la artista instalar su caballete en las riberas de los ríos y calles para plasmar con óleos en sus lienzos aquellos paisajes.
En 1916, vuelve a Colima para incorporarse como primera maestra titular de artes en la nueva Escuela Normal Mixta. La Escuela Normal de Colima fundada desde 1880 fue, hasta 1940, la institución de enseñanza superior más reconocida en el estado y brindó resultados concretos y positivos en el desarrollo de la cultura, adoptando, después de la visita de José Vasconcelos, el compromiso por la enseñanza de las artes visuales.
La primera semilla de la enseñanza del arte visual germinó en un reducido porcentaje de estudiantes de las generaciones insertas entre los años de 1920 a 1930, en quienes se consolidaron las bases para desarrollo de la pintura, con Merced Zamora como guía, quien, sin duda fue y seguirá siendo el ícono femenino en Colima para la pintura y el dibujo.
Formó a gran número de estudiantes, destacando a Ángela Betancourt, colimense nacida el 14 de junio de 1873 e interesada a muy temprana edad por la pintura y que, sucesivo a sus estudios en la Escuela Superior de Señoritas, sustituyera a su maestra Merced Zamora tras su muerte, impartiendo por más de 35 años la materia de arte en la mencionada institución y en la Escuela Normal.
Jorge Chávez Carrillo, connotado artista colimense y estudiante de Ángela Betancourt, describe el método de enseñanza de la maestra, consistente en repartir variadas estampas litográficas adquiridas en la Ciudad de México, para ser copiadas y aplicar diferentes técnicas que Betancourt enseñaba.
Junto con sus aprendices, Betancourt participa activamente con la realización de retratos y pinturas en el Ateneo Colimense, organización cultural que apoyaba activamente las acciones encaminadas a las artes, la educación y la arqueología. Sus cuadros muestran su inclinación por el realismo, sus composiciones son sencillas haciendo presentes en sus lienzos objetos cotidianos. El manejo del óleo revela una clara búsqueda del perfeccionamiento de la técnica y no los nuevos conceptos que la segunda mitad del siglo veinte proponía en su catálogo de innovaciones.
Angelita, como la llamaban sus alumnas y alumnos, impartió clases a decenas de jóvenes, pero, dentro de aquel grupo, un aprendiz llegaría a ubicar la plástica colimense en uno de los nichos más altos. En el libro Colima y el mundo, el ayer reciente, del profesor Gregorio Macedo López, amigo y compañero de Ángela Betancourt, Alfonso Michel, aborda el interés por la plástica viviendo sus primeros años y siendo pupilo de la destacada maestra.
Alfonso Michel hizo sus estudios de primaria en escuelas colimenses, donde los maestros Antonio Cedeño y Ángela Betancourt, despertaron sus inquietudes artísticas impartiéndole clases de dibujo y pintura. Muy joven se trasladó a los Estados Unidos para completar su educación en varios colegios.
Las numerosas publicaciones dedicadas a la vida y obra de Michel, lo ubican de forma natural en la generación de Raúl Anguiano, Juan Soriano, Ricardo Martínez, Olga Acosta y Antonio Peláez. Los autores de estos libros señalan a los artistas Pellandini y Marie Barshkirtseff como los admirados por Michel, determinando a modo de maestros a Lucien Simon y VasiliIvanovitch Choukahieff, pintores de Scenes de Genre, apreciados en los salones franceses de la vuelta de siglo, pero ninguno menciona el nombre de las y los enseñantes colimenses que lo incitaron a la actividad creadora y que podrían ser denominados como las presonas promotoras de la presencia de uno de los grandes pintores de México.
*El presente texto formó parte de una conferencia dictada en el Museo del Templo Mayor, Ciudad de México
**Profesor investigador de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Colima.
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