La reciente alta incidencia de casos de dengue en Colima nos recuerda con crudeza que la batalla contra esta enfermedad no es una responsabilidad exclusiva del sector salud, sino un desafío que requiere la participación activa de toda la ciudadanía. Aunque las autoridades implementen medidas de control y prevención, la efectividad de esas acciones depende, en gran medida, de la colaboración de cada uno de nosotros desde nuestros hogares y comunidades.
Una de las estrategias más eficaces para frenar la propagación del mosquito transmisor del dengue es la descacharrización, una actividad que no debería verse como una simple tarea de limpieza, sino como una intervención crucial en la protección de la salud pública.
Tengamos siempre en cuenta que al eliminar los cacharros y objetos que acumulan agua en patios, jardines y espacios comunes, reducimos significativamente los sitios donde los mosquitos pueden reproducirse.
Además, la aplicación constante de la estrategia “Lava, tapa y voltea” es fundamental. Esa sencilla práctica consiste en lavar frecuentemente los recipientes que almacenan agua, taparlos de manera hermética y voltear aquellos que no estén en uso. Esas acciones, aunque simples, tienen un impacto directo en la reducción de los criaderos de mosquitos, rompiendo así el ciclo de transmisión del virus.
Sin embargo, hay que insistir en que, para que esas medidas sean realmente efectivas, es necesario un compromiso colectivo. No basta con que algunos hogares tomen esas precauciones; necesitamos una acción coordinada que involucre a todos los miembros de la comunidad.
Las campañas de concienciación deben intensificarse, no solo desde las autoridades, sino también desde las escuelas y organizaciones civiles, para que todos comprendamos la importancia de nuestra participación activa en la prevención del dengue.
En tiempos en que la salud de nuestra comunidad está en juego, no podemos permitirnos la indiferencia. El dengue es una amenaza real y presente, pero juntos, aplicando medidas preventivas sencillas y colaborando en la descacharrización, podemos reducir significativamente el riesgo y proteger a nuestras familias y vecinos.
