Por José Luis Negrete Ávalos
En el desarrollo fundamental de la democracia está la idea sobre las decisiones de la mayoría, y como consecuencia de esto, las acciones para determinar procesos de mediano y largo plazo que modifican el panorama del México contemporáneo.
Delineado inevitablemente por la transición del poder de las administraciones en los distintos niveles de gobiernos, que aparentemente predisponen una nueva manera de entender dicho actuar democrático, desde su inicio, de qué manera pueden llegar a desempeñar sus funciones considerando cada parte que lo integra.
En ese contexto, el pasado 12 de octubre se dio un hecho inédito en el Senado de la República, al aplicarse el procedimiento sorteo de 711 plazas de jueces y magistrados de un total de 850, que están previstas para ser reemplazadas de manera escalonada en 2025 y 2027, respectivamente, para dar cumplimiento a la disposición de la reforma judicial que ha sido muy controvertida desde su planteamiento.
La pregunta que aparece ante esta nueva manera de construcción en el Poder Judicial es: ¿la validez del conocimiento y la trayectoria traducida en la experiencia dentro del Poder Judicial perderá sentido frente al azar?
La respuesta probablemente pueda definirse de inmediato. Sobre los hechos que se dieron hace algunos días sobre el destino en los juzgados de distrito y tribunales de circuito, ya que la suerte tuvo un papel protagónico es la designación de estos espacios aun cuando, hasta este momento se siguen determinando las leyes secundarias de una reforma que ciertamente no asienta de manera definitiva sus bases.
Asimismo, la idea de cambio escalonado de jueces y magistrados, provoca cierta incertidumbre para quienes han sido constantes en su crecimiento personal dentro de los espacios jurisdiccionales, incluso también para quienes de forma consciente y específica atendieron en su momento a las evaluaciones correspondientes.
Sin embargo, esa intención de crecimiento y valoración de la experiencia quedará en cierto sentido debilitada por una decisión sostenida por aspectos extremos. Más allá de la existencia de filtros y evaluaciones posteriores, al final todo estará bajo un trayecto de suerte.
Solo basta esperar que puedan corregirse aquellos puntos en los cuales quede claramente establecidos esos espacios de evaluación posteriores, para asegurar una verdadera justificación en la elección de los nuevos juzgadores; pues el valor de un buen desempeño será la garantía indiscutible, sobre decisiones justas en torno a la ley y sus fundamentos.
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