Por Maestra Ruth Holtz*
Hay muchas alternativas de atención psicoterapéutica. Esto se debe a la difícil tarea de definir qué somos, cómo sufrimos, por qué enfermamos de la mente o nos alteramos emocionalmente. Cada psicoterapia está apoyada en teorías de la mente, de la emotividad y de la idea de ser humano que sostienen. Pero esta variedad no nos debe llevar a confusión. Por un lado, el ser humano es un ser libre, que se está constituyendo a sí mismo a través del tiempo, es por tanto imposible de definir, sin caer en imponer una idea del hombre. A quien sea que consultemos va a tener esta idea del hombre que adquirió de su formación teórica. Nadie nos ha de imponer una forma de ser “adecuada”, “normal”, “correcta” sin meterse con nuestra libertad de escoger cómo queremos ser. Así que eso complica la variedad de psicoterapias, pues nos dan un modelo de cómo ser.
Ahora bien, dependiendo del concepto de ser humano que manejemos, se desprenderá un peculiar abordaje de lo que se supone hará esa psicoterapia por nosotros.
Hay niveles de atención, así, pues el abordaje clínico puede ser desde el estado físico. Hay quienes por eso consultan: tienen alguna enfermedad que según los médicos puede tener componentes emocionales o son producto del estrés emocional. En esta área lo más indicado será una psicoterapia que considere el cuerpo y su estrés. La actitud que tenemos ante la enfermedad y la búsqueda de calmar el miedo o la ira como factores disparadores de problemas físicos.
En la misma área física podemos encontrar muchas discrepancias de cómo atender a nuestro cuerpo dependiendo el concepto que tengamos de lo que somos y de cómo consideremos a nuestro cuerpo. Para la terapia psicocorporal iniciada por Wilhelm Reich, el estrés es una cuestión de cómo manejamos nuestra bioenergía, qué tan acorde estamos con lo que es libre, espontáneo y “natural”. La bioenergética es una técnica para trabajar las tensiones musculares resultado del conflicto emocional y que llevan al desahogo, a la apertura al diálogo de situaciones de vida que la persona que consulta no quería revelar ni a sí mismo, pero que finalmente produjo un desequilibrio en su vida.
Habrá psicoterapias que se enfoquen en el nivel emocional. Lo importante es frenar las emociones disruptivas que sean causa de conflictos sociales o aquellas que reflejen sufrimiento. Si el desequilibrio emocional está clasificado de acuerdo a su expresión y causas posibles podría buscarse un tratamiento psicofarmacéutico y el psiquiatra sería el profesional indicado para ayudar a la persona a resolver lo que le afecta por medios químicos y modificando la fisiología cerebral de sus padecimientos.
En otro nivel se puede sostener que “todo está en la mente”. Que debemos conocer nuestros pensamientos, modificarlos, y proponernos pensar positivo o de alguna otra manera que sea edificante. También pueden tratar de ser comprensivo con respecto a los orígenes de ciertas creencias, reflexionar, encontrar un significado diferente para esta etapa de vida y dejar atrás creencias erróneas, falsas o desactualizadas con respecto a la situación actual de la persona.
Otro nivel involucra el área espiritual, no necesariamente a través de la religión o la relación con Dios, sino con los motivos más trascendentes por los que nos explicamos por qué estamos aquí y qué sentido podemos dar a lo que vivimos de acuerdo a la manera en que lo conceptuemos. Si tenemos un alma un espíritu, un interior o un ser superior que da propósito a nuestras acciones y quizá explicación a lo que nos sucede en la vida.
Otro nivel quizá no busque llevarnos a algo sino sólo dialogar sobre lo que nos pasa, sobre nuestros dilemas de vida. Y la sola escucha, la disposición a recibir y comprender el que recibe la conversación ayude. Intervenir con interpretaciones, puntos de vista, juicios o comentarios sobre lo que se platica puede ya tener que ver con la formación del profesional que nos escucha. No será lo mismo que un psicoanalista nos escuche, que alguien de la cognitivo conductual o de la terapia gestalt.
La comprensión del inconsciente, la de vidas pasadas o si no las hay, de la forma que nacimos, de si nuestros padres se llevaron bien, de si tuvimos situaciones de vida que nos marcaron o nos traumaron, todos estos contenidos determinan modelos de atención en los distintos niveles de atención, diálogo, ejercicios, trabajo grupal, psicoarte… sería muy largo especificar.
No hay que perder de vista que un psicoterapeuta experimentado puede trabajar en varios niveles de atención psicoterapéutica, dependiendo de lo que ve que necesita su consultante y entonces puede haber una unidad de formas de abordaje clínico. Sin perder de vista de no imponer una idea de cómo debe ser alguien.
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