Vie. Nov 22nd, 2024

ARTÍCULO: Cambiar es desencarnar hábitos

Por Redacción Ago31,2023 #Opinión

Por *Mtra. Ruth Holtz

El enfoque de psicoterapia basada en la visión de Wilhelm Reich tiene como fundamento la evidencia de la energía manifiesta en el funcionamiento corporal y psíquico. Además de ser una forma de conocimiento de la mente, del inconsciente y de las reacciones del cuerpo, representa el viraje del científico de lo material a lo energético. Este psiquiatra, exdiscípulo de Freud, encontró que la libido es una energía biológica que circula en el cuerpo de cabeza a pies y de pies a cabeza, y que su libre fluir o su bloqueo determina la expresión emocional, la funcionalidad del carácter y el ocultamiento de contenidos inconscientes en el cuerpo. Es decir, el inconsciente está en el cuerpo.

Aparte de la intrincada relación entre las tensiones musculares y sus funciones en la vida psíquica y emocional del individuo, lo que resalta en esta teoría es el concepto de bioenergía.

Pensar los problemas emocionales como bloqueos bioenergéticos permite un abordaje particular de la salud mental del individuo. Para Reich los bloqueos son funcionalmente idénticos al carácter. Una persona con un carácter neurótico tendrá particulares bloqueos que una persona sana no tiene. El reto es que para que una persona cambie, mejore, avance hacia un carácter equilibrado y libre, necesita no sólo hablar, identificar sus conflictos inconscientes, desahogar su dolor, sino también tiene que “desencarnar” estas actitudes que se han vuelto hábitos, que el cuerpo empuja a sentir y hacer. Por ejemplo, una persona que quiere ser pacífica y que manifiesta un repudio a quien expresa abiertamente su rabia, puede estarlo logrando a través de negar sus propios sentimientos de ira, y que cuando la ocasión lo amerita resulta impotente para manifestar un carácter fuerte, dominante y expresamente enojado. Una cosa es decidir por convicción no agredir o resolver las diferencias o injusticias de otro modo, incluso perdonar y otra es “reprimir” esa emoción por la fuerza muscular, negando la expresión emocional de la verdadera sensación y no su sustituto “más aceptable”. Esto no significa ser violento, porque hay varios pasos para decidir cómo expreso lo que ya presté atención que siento, y otra es ignorarlo y detenerlo a mitad de camino, dejando al cuerpo hacer el esfuerzo de detener semejante avalancha de reacciones hormonales y otras funciones del sistema nervioso autónomo, que entonces se disturba hacia un funcionamiento de distrés emocional.

Cambiar verdaderamente implica, como parte del proceso psicoterapéutico, no sólo hablar del contenido inconsciente sino revelarlo a través de soltar las tensiones musculares, que en muchos casos volcará ese inconsciente expresándose lo que se quería ocultar. De ese modo no sólo se descubre, sino se desarma el soporte biológico que lo vuelve automático. O al menos se reconoce para trabajar en cambiar los hábitos instalados por el sistema nervioso autónomo cada vez que semejantes emociones se presentan. Y entonces “el pacífico” también se enoja. Debe aprender a expresar esa emoción para no destruir ni dañar a quien le enoja, sino hacerse cargo del conflicto y “negociar”, tomar una decisión, desahogarse de manera inofensiva como golpear un saco de box o una almohada para que pueda asimilar qué siente, qué quiere y que encuentre una forma armónica de compartirlo y negociar las diferencias, si es posible.

Las emociones reprimidas generan estrés. Parte de lo que se corrige liberando la tensión y recobrando la viveza del cuerpo es el funcionamiento de la emoción, la capacidad de sentir otras emociones, recobrando la salud del cuerpo, la mente, el corazón y del carácter.

“Desencarnar hábitos no es sencillo”. La persona que acude a psicoterapia viene por una crisis que la lleva a pedir ayuda. Pero frecuentemente esto es sólo la consecuencia de una forma de funcionamiento de su carácter al servicio de hábitos, que se generaron a partir de vivencias traumáticas, de represión emocional motivada por valores que no respetan la integridad del cuerpo emocional y bioenergético. Es decir, no podemos autoimponernos detener reacciones emocionales que nacen de dentro de nuestro organismo ni pretender poner una barrera para no sentir el dolor, los conflictos o las formas de tratarnos de otros, sin graves consecuencias para el cuerpo y para la vida emocional del individuo.

Tener valores morales debe respetar la integridad del cuerpo emocional y bioenergético. No podemos ir contra nuestras emociones, sólo debemos sanarlas, más no bloquearlas. Aprender a gestionarlas, más no apagarlas. La fuerza vibrante de nuestro cuerpo es la más básica expresión de nuestra vida emocional. Sentir debe ser un privilegio y no algo que hay que negar para aparentar ser y actuar como alguien muy rígido quiere. La paz no debe ser producto de la represión, eso es volver la guerra contra uno mismo. El resultado es la enfermedad, la falta de sentido y el desafortunado funcionamiento neurótico. Mejor consulta a la psicoterapeuta.

* Tels. 312 330 72 54 / 312 154 19 40   

Correo: biopsico@yahoo.com.mx

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

Autor

Related Post

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *