Por Luis Ángel Reglero
Flor de avispa es la nueva novela del español Miguel de los Santos, ambientada en Nicaragua, un país caído en el olvido mientras el foco mediático apunta a otros como Cuba o Venezuela.
La novela nace de una entrevista con Ernesto Cardenal (1925-2020), el sacerdote nicaragüense que abrazó la teología de la liberación y la revolución sandinista, que fue suspendido por Juan Pablo II, cuya imagen reprimiéndole mientras el cura le saludaba de rodillas dio la vuelta al Mundo, y luego rehabilitado por Francisco.
Cardenal le dijo que, si quería que el resto del Mundo, empezando por Europa, pusiera su mirada en Nicaragua, tenía que publicar un libro, no quedarse en un artículo.
“El mito de Cuba se ha sustentado sobre la literatura, como está pasando con Venezuela ahora, pero de Nicaragua nadie se acuerda”, relata a EFE el autor sobre aquella conversación con el sacerdote revolucionario.
“El sueño de la revolución”
De los Santos (Valdemoro, 1936) recorrió buena parte de América como periodista, donde vivió acontecimientos como los que plasma en este libro de la editorial Pie de Página: “es una historia de ficción, pero sobre el contexto de todos los hechos que se desencadenaron durante y a raíz de la revolución sandinista de 1979 en Nicaragua”.
Allí conoció a personajes como Cardenal, que inspira la novela, y Sergio Ramírez, quien firma del prólogo.
Ambos formaron parte del Gobierno de Daniel Ortega y ambos terminaron desengañados. Ramírez ahora exiliado, en España, al igual que otros como la escritora Gioconda Belli o el músico Carlos Mejía.
“Todos ellos exiliados, amenazados de pena de muerte por quienes les acompañaron en el sueño de la revolución”, sentencia.
“Lo que trato de describir, basándome en la memoria de lo que vi y de los testimonios que conseguí”, evoca lugares como la cárcel de Chipote, donde miles de represaliados “desaparecían en la época de Somoza y siguen desapareciendo ahora con el régimen de Ortega”, subraya.
“Ferviente seguidor del llamado realismo mágico”, su relato plasma igualmente episodios como la comunidad de arte primitivista que el sacerdote fundó en la isla Solentiname, un estilo que ilustra la portada, obra del artista Jairo Sandino.
La frontera entre el bien y el mal
La entrevista con Cardenal en esa isla en 1999 abre este libro sobre un país “exuberante, tan precioso, con tantas posibilidades que le ofrece la tierra”, pero que “ha sufrido durante un siglo la tiranía de 2 gobiernos alternativos de distinto signo, uno de extrema derecha y otro de extrema izquierda”, lamenta.
Y de ahí que el título se inspiré en la flor de avispa, endémica de Nicaragua, pero que también es el nombre de un prostíbulo.
El relato discurre entre Managua, de donde huye un joven sacerdote, y Flor de Avispa, el prostíbulo que está en el lado costarricense del río San Juan, en la selva donde se refugia en busca de calmar su conciencia.
“¿Dónde está la frontera que separa el bien del mal?”, le plantea al lector: en la Nicaragua convulsa es donde el protagonista encuentra su paz, mientras que en la Costa Rica pacifista se encuentra con un nido de mafiosos y seres de lo más variopinto.
“Personajes todos ellos nacidos de mi imaginación, pero basados en el realismo mágico. Marginales, que han vivido circunstancias personales que les han llevado al autoexilio de la vida y del Mundo”, confiesa.
“Un pobre ser” que nace con enanismo, que es otro de los personajes clave, una adivina que dice hablar con los ángeles o “un boxeador sonado” que solo gana combates amañados.
La novela llega a “un final más sorprendente todavía, tiene un toque de thriller”, explica.
Como refleja el también escritor Sergio Ramírez en el prólogo, a través de esos personajes Miguel de los Santos en Flor de avispa traslada al lector “hasta ese lugar perdido que se vuelve una nación por sí mismo, por sí misma, como en tantas otras fronteras latinoamericanas”.
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