Espiritualidades
Por Jorge Vega
Está de moda, entre los gurús de avanzada, decir que los demás no existen, que sólo reflejan -como un espejo- los demonios que nos habitan y que no logramos ver desde la altura del ego. En términos más prosaicos, dicen que si algo te choca en los demás, entonces te checa. Que no ves al otro o a la otra, sino a ti mismo.
Cada determinado tiempo cambiamos nuestro lenguaje espiritual. Antes, cuando la religión católica era popular y controlaba nuestros demonios con la prisión de la culpa, solíamos decir que las personas difíciles eran nuestra cruz y servían para que pudiéramos ofrecerle nuestro sufrimiento al dios anciano sentado en el trono celestial.
Lo curioso es que siempre se trata del control, de nuestro control. Ahora, al decir que los demás son nuestro reflejo, nuestra creación, en el fondo lo que nos propone esta ideología es que, si hay algo mal en el mundo es culpa nuestra, y que si queremos generar un cambio verdadero debemos comenzar por nosotros mismos, cambiar, adaptarnos.
Tal vez. Pero ambas ideologías nos quitan las ganas de salir a la calle, de protestar o lanzarnos en armas para cambiar situaciones injustas, que en verdad lastiman, no sólo a nosotros sino a toda una comunidad.
Esta tarde, de camino a casa, una conductora, en su camionetona fabricada en China, se metió al arroyo de la calle unos siete, ocho metros delante de mí. Tuve que frenar, porque además la mujer avanzaba a diez kilómetros por hora. ¿Así es como uno identifica su cruz y comienza a sufrir para merecer? ¿Acaso ella nada más reflejó mi bestia de la impaciencia, de la intolerancia?
No me molesté, porque en Colima esa actitud es muy frecuente. Sólo pensé que hay personas así, que sin pensar en los demás buscan imponer sus tiempos, sus preocupaciones, sus agendas. Esas personas no sólo irrumpen así en las calles, sino también en las conversaciones, en el trabajo, en el cine, en el día a día.
La pregunta es: ¿debemos tolerar, aceptar y agradecer a esas personas por mostrarnos, por reflejar lo miserable e intolerantes que somos o debemos tomar acción y mandarlas al diablo, demandarlas para mejorar las normas de convivencia?
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