Diversidad sin calendario: ¿moda o compromiso real en el Mes del Orgullo LGBTI+? (Parte 1)
Por Jorge Ricardo Vásquez Sánchez
En el mes de junio, miles de marcas en todo el Mundo se visten de arcoíris, publican mensajes de inclusión y transforman sus canales con símbolos asociados al orgullo LGBTI+. Sin embargo, cada vez más voces al interior y al exterior de estas marcas se preguntan: ¿este despliegue responde a un compromiso genuino o es una estrategia estacional? ¿la diversidad forma parte de su cultura organizacional o solo de sus campañas de junio?
La inclusión no puede tener fecha de caducidad, si las marcas aspiran a ser relevantes y éticas, deben entender que la diversidad y la equidad no son modas pasajeras, sino valores que deben permear cada aspecto de su comunicación, mercadotecnia y relaciones públicas. No basta con “mostrar” apoyo durante el “Mes del Orgullo”; es necesario practicarlo desde las políticas internas, en la selección de proveedores, hasta en el trato diario y en cada pieza de contenido.
La experiencia de marca (Brand Experience) se construye desde múltiples puntos de contacto: los mensajes que emitimos, las personas que visibilizamos y las historias que contamos. Cuando la única vez que aparece una persona LGBTI+ es en junio, la clientela —especialmente las audiencias más críticas— lo percibe como un gesto vacío. La credibilidad se fortalece cuando la representación es constante, auténtica y respetuosa.
Una marca comprometida con la diversidad cuestiona sus propios sesgos, revisa sus procesos y escucha activamente a las comunidades; integra un lenguaje incluyente y no sexista en todos sus mensajes: desde campañas publicitarias hasta comunicados de prensa y publicaciones en redes sociales. Al sustituir términos excluyentes por expresiones que reconocen la pluralidad de identidades, se construye un ambiente de respeto y pertenencia.
Además, una estrategia realmente inclusiva debe ir más allá de lo simbólico. Las alianzas con organizaciones comunitarias, la contratación de talento LGBTI+, la representación interna en los equipos creativos y la inversión en causas sociales durante todo el año, son elementos que refuerzan la autenticidad de las campañas. La inclusión, cuando es real, se vive de forma transversal en todos los procesos de una organización.
El uso estratégico del lenguaje incluyente es otra herramienta poderosa que, cuando se emplea con responsabilidad, permite a las marcas conectar con públicos cada vez más diversos. Este lenguaje no se limita al uso de términos neutros o desdoblamientos, sino que implica una revisión profunda de los mensajes para evitar estereotipos, reforzar el respeto y promover una visión plural del mundo.
En este sentido, las relaciones públicas también juegan un papel clave: no basta con pautar campañas; es necesario involucrarse activamente en espacios de diálogo con la sociedad. Participar en marchas, foros, conferencias o patrocinar actividades culturales relacionadas con la comunidad LGBTI+ no solo aumenta la visibilidad, sino que permite construir confianza y legitimidad.
La integración de estos elementos en la experiencia de marca no es una fórmula automática ni inmediata, se trata de una construcción sostenida en el tiempo, que implica decisiones conscientes y consistentes. Cuando una empresa logra proyectar su compromiso de manera sincera, las personas no solo compran sus productos o servicios, sino que se sienten parte de algo más grande.
* Esta columna es desarrollada por integrantes del UCOL-CA59 La mercadotecnia y su relación con las ciencias sociales, adscrito a la Facultad de Mercadotecnia de la Universidad de Colima.
** PTC – Facultad de Mercadotecnia – SNII 1
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