¿Independencia o dependencia?
La larga sombra de Francia en África Occidental
Por Goualo Lazare Flan*
Este artículo deriva de la colaboración del autor en el capítulo “La cooperación francesa en África occidente francófona. Obstáculos y perspectivas actuales”, elaborado en el marco del proyecto de libro colectivo Cooperación y agenda global para el desarrollo: avances y retos para la igualdad de género y la sostenibilidad, coordinado por el Cuerpo Académico 127 – Estudios Sociopolíticos Contemporáneos de la Universidad de Colima. Dicha obra será publicada a finales de 2025 por la editorial de la Universidad de Colima, en coedición con la Universidad Estatal de Río de Janeiro, Brasil.
Sesenta años después de obtener su independencia, muchos países de África occidental francófona siguen atrapados en una red de dependencia con su antigua potencia colonizadora: Francia. Aunque formalmente son naciones soberanas, en la práctica siguen bajo la influencia directa de acuerdos que limitan su capacidad de decidir su destino. Este texto revisa los principales obstáculos de esta cooperación desigual y plantea alternativas para una relación más justa y autónoma.
Una independencia a medias
Los países de África occidental francófona –como Senegal, Malí, Costa de Marfil y Burkina Faso, entre otros– lograron su independencia formal entre 1960 y 1962. Sin embargo, este proceso se dio bajo condiciones impuestas por Francia. A cambio del reconocimiento legal internacional, las nuevas naciones firmaron acuerdos secretos de cooperación que, en realidad, preservaban totalmente los intereses franceses.
Estos acuerdos –once en total– abarcan áreas claves como la economía, la seguridad, la diplomacia y la cultura. Por ejemplo, se exigía a las ex colonias:
Usar el Franco CFA (Franco de la Comunidad Financiera Africana), una moneda controlada por el Tesoro francés
Depositar sus reservas monetarias en Francia
Comprar equipo militar exclusivamente a Francia
Ceder la prioridad a empresas francesas en contratos públicos
Permitir el despliegue de tropas francesas en su territorio si Francia lo consideraba necesario
En otras palabras, la supuesta Independencia vino con condiciones que garantizaron la continuidad de la influencia francesa.
Una economía bajo tutela
Uno de los principales mecanismos de control ha sido el Franco CFA, moneda que siguen utilizando varios países de África francófona. Aunque su uso se presenta como símbolo de estabilidad, en la práctica limita la soberanía monetaria. Francia no solo imprime esta moneda, sino que decide parte de su política monetaria, impidiendo que los países africanos manejen libremente su economía.
Diversos economistas africanos han denunciado que esta moneda perpetúa una relación colonial, impide la inversión local y limita la competitividad. El activista Kemi Seba, por ejemplo, se hizo famoso al quemar un billete de cinco mil francos CFA en una manifestación, como acto simbólico de protesta contra esta dominación económica.
Una presencia militar cada vez más incómoda
Durante décadas, Francia mantuvo bases militares en países como Mali, Senegal, Gabón y Costa de Marfil, entre otros. Justificó su presencia con el argumento de brindar seguridad y ayudar en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, muchas poblaciones africanas comenzaron a ver a los soldados franceses no como aliados, sino como instrumentos de control y dominación.
Este sentimiento dio lugar a protestas masivas, especialmente en países como Mali y Burkina Faso, donde los gobiernos militares decidieron expulsar a las tropas francesas. Este movimiento se ha extendido a otros países como Níger, Chad y Senegal. La retirada de Francia ha sido tan contundente que, para 2025, su presencia militar en África se ha reducido a sólo 2 bases.
¿Y ahora qué? Desconexión y reconexión
Frente a esta situación, muchos intelectuales africanos proponen una doble estrategia: desconectarse del sistema de dependencia y reconectarse con el mundo desde una posición más autónoma y solidaria. La desconexión implica romper con los acuerdos y estructuras que mantienen a los países africanos atados a su antigua metrópoli. Mientras que la reconexión significa abrirse a nuevas formas de cooperación, sobre todo con otros países del Sur global, como América Latina, Asia y otras naciones africanas, basadas en la igualdad y el respeto mutuo. Esto no significa cerrarse al mundo, sino dejar de depender exclusivamente de potencias que históricamente han impuesto sus condiciones.
En los últimos años, se han dado pasos importantes hacia esta desconexión. La salida de tropas francesas de varios países, la crítica abierta al Franco CFA y la búsqueda de nuevas alianzas internacionales, muestran que África reclama su soberanía. Sin embargo, el camino no es sencillo. Algunos países corren el riesgo de sustituir una dependencia por otra, por ejemplo, al acercarse demasiado a nuevas potencias como Rusia y China. Por ello, la clave está en constituir relaciones internacionales y equilibradas, donde los países africanos decidan libremente con quién y cómo cooperar, siempre priorizando el bienestar de sus pueblos.
El futuro de África debe construirse desde dentro, no imponerse desde fuera
La cooperación entre Francia y sus antiguas colonias africanas no ha sido, en muchos casos, una relación entre iguales. Más bien, ha funcionado como una prolongación del colonialismo en formas modernas. Superar esta situación requiere valentía política, conciencia histórica y una apuesta decidida por modelos de desarrollo propios. Porque, como han demostrado muchas voces africanas, el futuro del continente debe escribirse desde África, no desde el hexágono, como lo ha sido durante las últimas seis décadas.
Para mayor información sobre el tema, puede consultarse el siguiente enlace:
*Profesor de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima
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