Sáb. Dic 6th, 2025

COLUMNA: Ciencia y futuro

Por Redacción Sep5,2025

Probióticos y más: la nueva frontera en el cuidado de la salud intestinal

Por Doctora Andrómeda Liñán Rico*

¿Sabías que en tu intestino viven billones de bacterias? Lejos de ser simples pasajeras, muchas de ellas trabajan a tu favor, ayudando a mantenerte con salud. Incluso, algunas podrían convertirse en aliadas clave para prevenir y tratar enfermedades.

Nuestro intestino es mucho más que un “tubo” que procesa alimentos. Dentro de sus paredes se encuentra el sistema nervioso entérico (SNE), un entramado de millones de neuronas y células gliales que le ha valido el apodo de “segundo cerebro”. Estas células coordinan el movimiento intestinal, la absorción de nutrientes, la inmunidad y mantienen un diálogo constante con el cerebro, influyendo incluso en nuestro estado de ánimo.

El SNE es muy sensible a los cambios en nuestra salud. Enfermedades como la obesidad, la diabetes e incluso algunos trastornos neurodegenerativos pueden afectar su funcionamiento, lo que provoca malestares gastrointestinales e inflamación.

En el intestino también habita una inmensa comunidad de microorganismos, principalmente bacterias, que conforman un ecosistema interno conocido como microbiota intestinal. Esta microbiota cumple funciones esenciales que nos ayudan a tener una buena salud. Nuestros hábitos como la alimentación, actividad física, estrés o sueño, influyen directamente en la composición de esta microbiota. El consumo frecuente de alimentos poco saludables, altos en grasas y azúcares, puede romper este delicado equilibrio. Como consecuencia, la microbiota se altera, el intestino se inflama y esta condición eventualmente puede extenderse a otros órganos.

Esta inflamación, aun cuando es moderada, puede interferir con la acción de la insulina, una hormona fundamental para regular el azúcar en la sangre. Cuando las células del cuerpo dejan de responder adecuadamente a la insulina, se desarrolla la resistencia a esta hormona, un paso clave en el camino hacia la diabetes tipo 2. Así, el desequilibrio de la microbiota no solo impacta al intestino, sino que también contribuye al avance de enfermedades metabólicas que afectan a millones de personas en todo el mundo.

Para contrarrestar estos efectos, la ciencia ha puesto la mirada en estrategias naturales como los probióticos: bacterias vivas que, consumidas en cantidades adecuadas, aportan beneficios a la salud. Ejemplos conocidos son especies de Lactobacillus y Bifidobacterium, presentes en alimentos fermentados como el yogur o el kéfir. Estas bacterias se alimentan de fibras presentes en frutas y verduras (prebióticos) que nuestro cuerpo no puede digerir, y producen moléculas bioactivas que fortalecen la inmunidad, la barrera intestinal y el sistema nervioso del intestino. Entre estas moléculas se encuentran los ácidos grasos de cadena corta, péptidos y metabolitos bacterianos, conocidos en conjunto como posbióticos.

Pero aún hay más, incluso se sabe que bacterias inactivadas (muertas), llamadas paraprobióticos, pueden modular al sistema inmune y reforzar la barrera intestinal, ofreciendo beneficios similares a los probióticos vivos.

Dada su capacidad para mejorar la salud, los probióticos, posbióticos y paraprobióticos representan un área prometedora en la investigación en salud. En el Laboratorio de Neurobiología Intestinal del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima (CUIB), exploramos esta nueva frontera. Gracias al financiamiento de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI, antes CONACYT, proyectos CF-2019/21854 y CBF-2025-I-2608), estudiamos cómo estos aliados microscópicos interactúan con las neuronas y células gliales del intestino, y de qué manera los utilizaríamos para modular la inflamación intestinal asociada a obesidad y diabetes.

Nuestros estudios recientes muestran que la obesidad, aun desde etapas tempranas, afecta drásticamente la composición de la microbiota intestinal: disminuyen bacterias beneficiosas como Lactobacillus y Akkermansia, y aumentan otras con potencial proinflamatorio como Bacteroides. Estas alteraciones también impactan al SNE, reduciendo la actividad neuronal y motilidad intestinal, además de promover inflamación. Restaurar este equilibrio mediante estrategias basadas en probióticos mejoraría la salud intestinal y metabólica en personas con obesidad y diabetes.

En este sentido, actualmente en nuestro grupo investigamos el efecto antinflamatorio de algunas cepas probióticas de Lactobacillus spp, Bacillus spp y Bifidobacterias spp sobre las células gliales del intestino. Estas células gliales son actores clave en modular la motilidad e inflamación intestinal. Además, trabajamos en aislar y caracterizar otras bacterias con potencial probiótico, para lo cual utilizamos modelos animales y estrategias microbiológicas.

Entender de qué forma los probióticos y sus derivados interactúan con nuestro intestino y su “segundo cerebro” puede impulsar el diseño de estrategias innovadoras para equilibrar y fortalecer la microbiota, y mejorar nuestra salud. Con ello, podríamos prevenir y tratar enfermedades metabólicas que hoy representan un grave problema en México y en el mundo.

Un trabajo relacionado con la investigación aquí mencionada puede consultarse en: https://doi.org/10.1152/ajpgi.00198.2024

*Investigadora por México, SECIHTI adscrita al Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima y docente en la Maestría y el Doctorado en Ciencias Fisiológicas.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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