Sáb. Dic 6th, 2025

COLUMNA: Cotidianas

Por Redacción Sep5,2025 #Opinión

Schumann

Por Jorge Vega

Cada día es más frecuente, al navegar mares virtuales como YouTube, encontrar videos de supuestos canalizadores de espíritus antiguos, donde afirman que la resonancia Schumann está incrementándose. Aseguran que esa modificación nos llevará de la tercera dimensión, que es en la que estamos -densa, torpe-, a la quinta, donde podremos entender, sin tanto drama o dolor, cómo es realmente el universo.

A la resonancia Schumann, un fenómeno natural que ha existido desde siempre, algunos la llaman “el latido de la tierra”. Es de alrededor de 7.83 hertzios (Hz) y a veces aumenta. La vibración humana, por su parte, es mucho mayor, dependiendo del órgano de que se trate. La frecuencia de resonancia de un cuerpo humano sano durante el día, dicen quienes la han medido, está entre los 62 y 78 Hz.

¿Si la frecuencia Schumann aumenta, nos afecta? ¿Podemos evitarlo? Al escuchar tanta alarma y ansiedad en esos videos de YouTube pienso que es sólo una estrategia más para que como sociedad sigamos teniendo miedo y seamos más manipulables. Porque hasta ahora, los científicos no han dicho nada sobre Schumann y su crecimiento.

Los videntes aseguran que este incremento trae dolores de cabeza, problemas digestivos, visión borrosa y cansancio, aunque estos pueden ser los síntomas de varias enfermedades. Me gustaría creer, al menos como metáfora, que si la tierra aumenta la intensidad de sus latidos podemos utilizar sus palpitaciones para ascender a otro nivel de percepción, más amplio y sin tantos prejuicios ni violencia.

Los video-canalizadores agregan que en estos días de aumento de frecuencia habrá temblores, inundaciones y catástrofes, algo que los profetas suelen anunciar y que siempre hemos vivido. Es como si algo, como si alguien quisiera eliminar de golpe sentimientos como el amor o la empatía y dejarnos nada más el miedo.

Tal vez sólo queremos seguridad y nos aterra lo desconocido, nuestro futuro, ahora que la economía mundial (y la personal) es un desastre. Queremos un dios, un padre o una enorme nave extraterrestre que venga a salvar a las 144 mil personas buenas del Mundo. Y nos ponemos a inventar mitologías, a pasar horas en internet, como si el quedarnos sin huellas de tanto hacer scroll fuera a salvarnos.

Y dejamos de estar presentes en lo único que importa, en el hoy, en la vida.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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