La plena vida versus Homo Sacer
Por Amado Ceballos Valdovinos*
“…Solo en términos bastantes relativos, porque morir es,
a fin de cuentas, lo que demás normal y corriente
hay en la vida, asunto de pura rutina, episodio
de la interminable herencia de padres a hijos…”
(Saramago, José, en Las Intermitencias de la muerte)
En el Mundo occidental la palabra y acción de muerte tiene una connotación negativa, se relaciona con dolor, sufrimiento, ausencia, oscuridad, abandono, temor, incertidumbre entre otros. Salvo determinadas circunstancias, con la visita de la muerte el cuerpo sufre. El cuerpo que la experimenta, pero los otros conceptos mencionados están más ligados con los familiares y amigos. Se llora cuando la muerte se presenta, como un asunto cultural.
Paradójicamente todos los días se realizan acciones tendientes a cercenar la vida, todos los días está en vilo la existencia, de manera consciente o no, pero es así. Por eso sigue tan vigente el dicho de José Alfredo Jiménez; “… Por eso es que en este mundo la vida no vale nada…” Morirse, como señala Saramago es un asunto de vida, y por lo tanto de lo más común. Ineludible. Es verdad, pero también es cierto que la finitud se ha tomado como pretexto para afincar el miedo social, como un medio de control. la amenaza de muerte ligada a los conceptos que señalo arriba se ha convertido en el dominio y ganancia.
En Colima, en los últimos 10 años (solo por señalar y acotar un tiempo perentorio) se ha enseñoreado la muerte (como mecanismo para intimidar y escarmentar) esto ligado con la desaparición de personas, y pareciera que no hay modo de reducir los dramáticos sucesos. De este modo, se evidencia una actitud despreciativa de la vida, hacia quienes sufren el hecho, pero también como un reconocimiento y reflejo de que la vida de los otros es tan inútil como lo es la propia.
De algún modo es un fracaso social, ya que el derecho considera a la existencia humana como el bien jurídico mayormente tutelado, como el fin primero y último de la norma. La privación de la vida significa recuerdo y recuerdo, sí, pero también (para otros) tiene que ver con venganza, escarmiento, dolor al cuerpo, reto a la vida misma, a la suerte. Es, al fin una construcción cultural social; desde el lado de quien infringe la acción de privación, quien la llora, pero ojo, también de quien investiga y procura justicia y luego de quien culpa y sanciona. Para unos es la carne, el cuerpo y la esencia que se aleja, para otros y otras es empoderamiento, para alguien más, es un número, una carpeta de investigación, y en su caso un expediente electrónico, es más, como señala Saramago, también puede ser un negocio perverso, pero legal.
Un filósofo italiano de nombre Girgio Agamben, sin referirse particularmente a México, señala que los seres humanos tienen la capacidad de interactuar naturalmente con la muerte, casi como la capacidad que se tiene de hablar y de comunicarse, del mismo modo reconocer la finitud y entender que la vida ha sido despojada de su valor natural, social y político y que la terminación de la vida de modo violento como una relación problemática entre los gobernantes y el poder soberano que es el pueblo. Redescubre la desnudez de la vida y que los seres humanos se han convertido en lo que llamó Homo Sacer, es decir, seres sacrificables sin que se note la ausencia social. Algo coincide con nuestra región.
*Coordinador del Semillero de Formación de Jóvenes en investigación en las ciencias Sociales y Jurídicas de la Facultad de Derecho, Universidad de Colima
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