Maternidades y cuidados más allá de las fronteras
Por Ximena Zacarías Salinas*
La migración es un fenómeno humano que se presenta en todo el mundo y que se vincula al desarrollo de las sociedades, ya que enriquece su diversidad y pluralidad. Al reflexionar sobre la migración y sus efectos sociales, es importante considerar las diferencias implícitas en la migración voluntaria a aquella que ocurre como resultado de la violencia social o la precariedad laboral de los lugares de origen, condiciones que orillan a las personas a desplazarse en circunstancias de emergencia y/o sobrevivencia. Millones de personas en América Latina, se ven forzadas a emigrar en busca de un proyecto de vida con más oportunidades.
Un elemento fundamental para comprender las diferencias en los tránsitos migratorios humanos es el género, no solo porque nos permite analizar datos porcentuales sobre cuántos hombres y cuántas mujeres cruzan las fronteras, sino porque el género, implica el estudio de las relaciones sociales y su vínculo con la familia, los mercados laborales y la distribución de poder en los grupos sociales. Si nos enfocamos en las mujeres que migran de América Latina a Estados Unidos, nos encontramos que México es uno de los países con mayor número de inmigrantes mujeres. El papel de las mujeres latinoamericanas en el mercado laboral estadounidense ha ido consolidándose en las últimas décadas, llegando a equipararse a las cifras de los empleados varones en el país del norte.
Cabe resaltar que cuando las mujeres migran de sus países de origen, llevan consigo un proyecto de vida orientado a construir una vida mejor para ellas y sus comunidades y esto se materializa, no solo en el envío de remesas a las familias que se quedan en sus lugares de origen, sino que los efectos también se observan en los destinos a los que estas mujeres llegan. La presencia de las mujeres latinoamericanas y particularmente mexicanas, se nota en las dinámicas sociales que se desarrollan alrededor de su condición femenina y su tendencia a crear vínculos a través de la afinidad y la solidaridad.
Un ejemplo claro de lo anterior son las experiencias con la maternidad en mujeres inmigrantes en Estados Unidos. Sabemos que lo ideal es que la maternidad pueda ser una elección libre, sin embargo, la condición de género sigue imponiendo a las mujeres, la maternidad como un destino ineludible que llegará a su vida en algún momento y el cual tendrá que afrontar sean cuales sean sus condiciones materiales. En el caso de las mujeres en condiciones migratorias irregulares, que es el de la mayoría, la maternidad llega antes de los treinta años de edad, en plena edad productiva y recientemente, con posibilidad de ser deportadas o discriminadas.
Aun cuando el contexto parezca adverso, las mujeres logran desarrollar redes de apoyo mutuo que les facilitan, ejercer su maternidad a través de una cadena de cuidados que se enfoca en la crianza de los hijos e hijas, a la par que les permite mantenerse activas en el mercado laboral. Lo que resalta de esta red de cuidados, que se teje más allá de las fronteras, es que se integra por otras mujeres migrantes, no necesariamente unidas por lazos familiares sino identitarios, que acceden a cuidar a los hijos e hijas propios y ajenos. Es en parte esta red de cuidados la que crea y sostiene a las comunidades latinas en Estados Unidos, las que les da identidad y crea vínculos más allá de la filiación biológica.
Cabe resaltar que la capacidad productiva de las mujeres migrantes es de corte transnacional, su proyecto no se concentra en el cuidado de su descendencia, sino que se extiende a sus familias de origen, que muchas veces siguen viviendo en sus comunidades nativas. En este sentido, visibilizar el papel de las mujeres como agentes sociales, reconocer sus fortalezas y resaltar sus aportaciones en el tejido social, se considera un compromiso primordial, con miras en la distribución equitativa de los cuidados así como en la participación activa de las redes formales de profesionales, que acompañen a la par que alienten, la consolidación de comunidades nacionales y transnacionales que reconozcan y valoren el papel insustituible de las mujeres en las sociedades contemporáneas.
La investigación a la que se hace referencia en este texto puede consultarse en la siguiente liga:
*Profesora e investigadora de la Licenciatura en Psicología y Maestría en Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima.
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