El Festival “Zanate” de Cine Documental abrió un espacio de reflexión profundo y necesario con el conversatorio “Las distintas formas de ser militante a través del cine”, un diálogo que exploró cómo el cine documental puede convertirse en una herramienta de justicia, memoria y acompañamiento, a través de las experiencias de los realizadores Miguel Crespo y Abraham Escobedo-Salas, con la moderación de Amaranta Navarro.
Miguel Crespo compartió su experiencia al dirigir “El sueño de Kamal”, documental que sigue la historia de Shadi Abed, un refugiado palestino que luchó durante años para traer a su familia a México en medio del genocidio en Gaza. Explicó que su acercamiento nace del periodismo, pero desde una mirada profundamente humana que cuestiona cómo las instituciones mexicanas atienden, o ignoran, las crisis migratorias, así como los conflictos globales.
Abraham Escobedo-Salas habló sobre la necesidad de reconocer que cada historia atraviesa al realizador. Compartió su experiencia con “En el fin del mundo”, un documental donde acompaña a Cecilio, un hombre que intenta dejar atrás las drogas mientras sobrevive ocupando espacios abandonados en Lisboa. Abraham explicó que, más allá del contexto de adicción o ilegalidad, lo que le interesaba era mostrar cómo los sistemas, la pobreza y los propios miedos pueden empujar a alguien siempre a los márgenes, incluso cuando intenta cambiar.

Para Abraham, filmar también implica tomar postura: “No se puede ser objetivo, porque en el momento en que elijes dónde poner la cámara y cómo se ve, ya estás decidiendo algo”, mencionó. Para él, solo es posible filmar algo así escuchando de verdad, acercándose sin prejuicios y construyendo confianza. “Todos tienen voz, pero esto (el documental) sirve como un micrófono para que sus vivencias lleguen a más lugares”, agregó.
La conversación tocó temas como la islamofobia, la explotación hacia migrantes, la gentrificación y la responsabilidad ética del documentalista. Se insistió en narrar con dignidad, sin revictimizar y dejando espacio para que las personas se vean desde su fortaleza y no desde la tragedia.
Las preguntas del público conectaron estas realidades globales con problemáticas locales como la ampliación del puerto y los desplazamientos internos que provoca. El intercambio cerró con la idea de que el cine no solo muestra: también siembra reflexión.
El Festival “Zanate” recordó que los conversatorios continúan toda la semana a partir de las 10 de la mañana, abiertos a toda la comunidad. Además de las proyecciones de estos y más documentales con historias que vale la pena mirar y conversar a partir de las 4 de la tarde en diversas sedes de museos universitarios. Los estudiantes de la Universidad de Colima que asistan pueden acreditar horas culturales y deportivas, lo que convierte la participación en una oportunidad formativa.

