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COLUMNA: Paracaídas

Por Redacción Oct13,2023

Indígenas tzotziles en Colima: lo que realmente apremia

Por Rogelio Guedea

La visita de la morenista Sheinbaum a Colima generó las notas más importantes en la última semana, a pesar incluso del huracán Lidia, que hizo estragos en nuestro estado. Se dijo de todo un poco y no pasó indiferente la presencia de algunos profesionales del chapulinismo político, como es el caso lamentable pero predecible del ex presidente municipal capitalino Locho Morán. Con todo lo criticable que pueda ser la avanzada morenista, lo que debe admitir el Frente Amplio Opositor colimense (PRI, PAN, PRD) es que no han terminado siquiera de reorganizarse y el huracán morenista (por lo menos en la entidad) les está comiendo el mandado en todos los frentes, salvo en dos que pueden todavía ser trincheras salvables: las alcaldías de Colima y Villa de Álvarez. Lo que ha visibilizado la venida de Sheinbaum es que, en un descuido, el Frente Amplio Opositor puede ser devorado por el afluente morenista (ya vimos que el oportunismo político está a la orden del día) y desaparecer como una pompa de jabón mucho antes de los comicios por venir. Sería lamentable. Muy lamentable, diría yo. Pero esta no es la nota que debe sobresalir en todo esto, porque todo esto se desarrolla entre élites (políticas, empresariales, etcétera), la nota real son lo fallidos que pueden resultar los programas sociales morenistas cuando se trata de atender a los ciudadanos más vulnerables entre los vulnerables: los indígenas. Si la situación de los más vulnerables entre los vulnerables no mejora de forma real y palpable, entonces cualquier avanzada política pierde su sentido y su rumbo, y esto y otras muchas cosas más no han sabido ser capitalizadas por el Frente Amplio Opositor, el cual parece haber perdido su vocación social.  Muchos ciudadanos hemos visto en las avenidas del norte de la ciudad (Felipe Sevilla del Río esquinas con Constitución, Ignacio Sandoval y Camino Real) a mujeres indígenas con hijos aferrados a sus rebozos haciendo malabares con pelotitas de colores. Verlas amamantando a sus criaturas mientras hacen sus malabarismos bajo el sol quemante de las dos de la tarde es algo indignante. Yo tuve la oportunidad de acercarme a una de estas mujeres y preguntarle su procedencia, situación y si recibían algún apoyo del gobierno (que al final proviene de todos los ciudadanos). La mujer me contestó que todos eran de Chiapas, tzotziles, vivían hacinados en una casa en San Sebastián y el gobierno no les daba ningún apoyo para su subsistencia, pese a que lo necesitaban y habían intentado conseguirlo. Pero me enteré de algo peor: la mujer apenas articulaba algunas palabras en español y apenas podía entenderme lo que yo le decía, con lo cual tuve que apoyarme incluso con el lenguaje de señas. No es fácil salir adelante sin apoyo en estas circunstancias y menos fácil lo es sin hablar la lengua dominante (el español), por lo que su situación debe ser prioridad para un movimiento político progresista (como el morenista) en el que, según lo ha dicho y repetido muchas veces el presidente López Obrador, por el bien de todos, primero los pobres. Esperemos que los encargados de los programas sociales de nuestra entidad atiendan esta problemática, antes de que devenga incontrolable.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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