Huracanes y economía
Por Alejandro Bernal Astorga
Los desastres naturales ponen a prueba la capacidad de prevención y resiliencia de los 3 niveles de gobierno, de la iniciativa privada y de la sociedad civil.
Los huracanes son previsibles pero su intensidad y trayectoria pueden variar, de ahí la necesidad de aplicar oportunamente protocolos preventivos y posteriormente de prestar servicios, asignar personal profesional y recursos para salvar vidas y restablecer la seguridad.
Entre el 24 y 25 de octubre, Acapulco sufrió los embates del huracán Otis (categoría 5), mismo que dejó un saldo preliminar de 27 personas fallecidas, 4 desaparecidas y el 80% de la infraestructura hotelera dañada; en caso de contar con los recursos, los empresarios consideran un periodo de reconstrucción aproximado de 6 meses y de un año para que el arribo de turistas se normalice.
En este contexto, el mayor de los retos será impedir el desplome económico de una ciudad que depende del turismo, afectando a 800 mil personas como población permanente y a cientos de miles de turistas que generan una derrama económica significativa.
En términos económicos hay 3 líneas de acción para acelerar el proceso de recuperación de Acapulco.
La primera es atender la pérdida del patrimonio público y privado: la infraestructura para la prestación de servicios de salud es prioritaria para la atención de heridos y enfermos; asimismo la recuperación de los servicios básicos: agua, electricidad y de conectividad (comunicaciones y transportes) para asegurar la producción y distribución de alimentos, medicinas y combustible.
Además, la construcción o reparación de viviendas, saneamiento y dotación de enseres básicos es primordial para restablecer el nivel de vida de la población, especialmente de la damnificada y de la que menos recursos tiene.
La segunda línea es el restablecimiento de la infraestructura productiva, de prestación de servicios y educativa que haya resultado afectada para que la actividad económica, el empleo y la formación de capital humano no se vean afectados.
La tercera es incentivar la inversión pública y privada en el turismo y las actividades económicas estratégicas en Acapulco y otras zonas afectadas de Guerrero, para mantener e incrementar el empleo, la demanda de bienes y servicios, la reactivación de negocios periféricos y la contribución fiscal.
En este sentido, la reactivación económica generada por la industria de la construcción será clave en el estado, al crear un efecto multiplicador mayor al de otras ramas de la producción.
Sin duda estos hechos bien valen un replanteamiento de la asignación presupuestaria aprobada por el congreso federal, estatal y por el cabildo municipal; la capacidad de las autoridades para gestionar recursos adicionales ante instancias federales e incluso internacionales, será puesta a prueba.
Asimismo, la identificación y cuantificación de afectaciones que realice el Consejo de Evaluación de Daños y la aprobación de declaratoria de desastre serán los instrumentos, para que los recursos y el acceso a programas especiales sea oportuno y suficiente. Cabe mencionar que el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, manifestó que el Gobierno Federal dispone de recursos líquidos y espacio presupuestal para afrontar estos hechos.
La cultura de la prevención salva vidas, por lo que bien vale revisar el programa de supervisión y mantenimiento a la infraestructura estratégica en Acapulco, considerando la duración proyectada, el uso dado y las externalidades a que ha sido sometida.
Hacer del dominio público esta información sin duda habla bien de un gobierno y genera confianza en la población.
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