¿Quién gana más en Colima, la mujer o el hombre?
Por Dra. Dayna Priscila Saldaña Zepeda*
El término “desempleado” es usado de manera incorrecta cuando se refiere a cualquier persona en edad de trabajar que no tiene un empleo remunerado. El desempleo es una situación en la que una persona disponible para trabajar busca activamente emplearse sin conseguirlo. Por ejemplo, una persona que se dedica al cuidado de un familiar sin remuneración y que no ha buscado un empleo, no es desempleada; una estudiante universitaria que en septiembre busca un empleo para comenzar en diciembre, durante sus vacaciones, tampoco es desempleada debido a que actualmente no se encuentra disponible.
Todas las personas en edad de trabajar que están empleadas o desempleadas constituyen la fuerza de trabajo. Al porcentaje de personas en la fuerza de trabajo que están desempleadas se le denomina tasa de desempleo; ésta se emplea habitualmente para evaluar el desempeño económico de un país. Las estimaciones del desempleo mundial en los últimos 30 años son bajas, oscilan entre el 5% y 7%. El panorama no cambia cuando se observan las tasas de desempleo por género; es decir, la brecha entre hombres y mujeres se ha reducido sustancialmente, siendo actualmente bastante estrecha y se ubica cercana a estos mismos porcentajes.
Pero la tasa de desempleo no es el único indicador del mercado de trabajo, y en términos de diferencias de género, tampoco es el mejor. Sin embargo, en el mercado de trabajo, hombres y mujeres no enfrentan las mismas dificultades. Por ejemplo, la participación de las mujeres en la fuerza laboral es inferior a la de los hombres, en gran medida, debido a que realizan más trabajo no remunerado en el hogar, lo que les deja menos tiempo para la búsqueda de un empleo y menos disponibilidad para emplearse en uno. A nivel global el 47% de las mujeres en edad de trabajar forman parte de la fuerza de trabajo, mientras que en el caso de los hombres es de 72%; lo que hace una brecha del 30% entre los géneros.
Por otro lado, muchos factores pueden afectar la cantidad de dinero que se le paga por empleo remunerado a una persona. De forma simple, el salario ha sido explicado como una función de la escolaridad y de la experiencia laboral. Considerando estos factores, cabe preguntarse: ¿el género juega un papel en la determinación de los salarios? y por otro lado, ¿mejorar la educación de las mujeres es suficiente para reducir la desigualdad salarial entre hombres y mujeres?
Utilizando datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH, 2020), realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía (INEGI), se examinó la diferencia de ingresos laborales de las mujeres con grado de licenciatura en las zonas urbanas de Colima, con relación a los hombres con el mismo nivel educativo, así como con relación a hombres y mujeres con otros niveles de educación.
Los hallazgos muestran que para las mujeres en Colima contar más nivel de educación conduce a mayores ingresos laborales, pero existe una brecha de género en el retorno de la educación. En comparación con las mujeres que terminaron una licenciatura, las mujeres que cursaron el bachillerato o menos tuvieron un ingreso laboral 63.6% menor, mientras que aquellas con estudios de posgrado tuvieron un ingreso 28.4% mayor.
Sin embargo, el retorno de la educación de las mujeres no tiene la misma magnitud si se compara con el ingreso de los hombres. Para los hombres que cursaron el bachillerato o menos, el ingreso laboral fue 38.7% menor que el de las mujeres con licenciatura; además, los hombres con licenciatura ganaron 22.1% más que las mujeres con el mismo nivel educativo y la misma experiencia laboral.
El mismo ejercicio se realizó con la encuesta ENIGH 2016. Los resultados mostraron también que mayor educación representó mayores ingresos para las mujeres; aquellas con bachillerato o menos obtuvieron un ingreso 69.2% menor que quienes terminaron una licenciatura, mientras que con estudios de posgrado obtuvieron un ingreso 99.6% mayor. Otro hallazgo relevante fue que no hubo diferencia en el ingreso laboral entre hombres y mujeres con licenciatura en ese año.
En conclusión, al comparar el retorno de la educación de las mujeres entre 2016 y 2020 se observa que en el nivel licenciatura la brecha salarial de género aumentó; adicionalmente, el efecto positivo de la inversión en educación de posgrado disminuyó considerablemente para las mujeres. Los resultados pueden ser reflejo del efecto negativo que trajo consigo la pandemia por Covid-19 para las mujeres. Dado el rol que ellas asumen en el cuidado de los hijos y del hogar, tienden a ocuparse en empleos flexibles y temporales, lo que las vuelve más vulnerables al contar con salarios menores o con menor tasa de empleo. Aunque la educación juega un papel importante en la reducción de la brecha salarial de género, no es suficiente. Los altos niveles de educación de las mujeres deben combinarse con políticas específicas de igualdad de género que promuevan mercados laborales igualitarios e inclusivos. Los resultados completos de esta investigación fueron presentados en el 5o Congreso Internacional sobre Género y Espacio celebrado en la Universidad Autónoma del Estado de México en la ciudad de Toluca en mayo de 2023.
*Profesora e Investigadora de Tiempo Completo de la Facultad de Economía de la Universidad de Colima
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