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PorRedacción

Dic 27, 2023 #Columna, #Navidad

Navidad

Por Alejandro Bernal Astorga

Cada país e incluso cada ciudad, cuenta con sus propias tradiciones para celebrar la Navidad, producto de su cultura y de las costumbres familiares, pero celebrarla ilusiona a chicos y grandes por igual; para algunos puede significar un renacer, dejando atrás aquello que era carga, buscando crecimiento y equilibrio en todos los sentidos. Para otros es la oportunidad de convivir y revalorar la familia a la que nos debemos y por la cual buscamos ser mejores.

Las calles con adornos decembrinos luminosos, el montaje de nacimientos, adornar el arbolito, pedir posada y participar devotamente en ceremonias religiosas, anuncian su llegada, al igual que la empatía y buenas obras que inspira el espíritu navideño.

Creo que esta celebración es especialmente disfrutada por los niños al tener la oportunidad de convivir con abuelos consentidores y jugar con tías o primos a los que quizás no ven durante todo el año, creando una atmósfera mágica. Sin duda, estos recuerdos marcan nuestra infancia y despiertan una sonrisa instantánea al recordar y volver a vivirlos.

Mención especial es la emoción por abrir los regalos en la Nochebuena, asumiendo merecimiento por “conducta ejemplar”; los juguetes obsequiados, con la imaginación cobraban vida y eran fieles compañeros de mil aventuras; lo que pediste y no recibiste, lo que recibiste, sin pedir y te llenó de alegría; todo está ahí y forma parte de las anécdotas que hoy compartes con tus hijos.

A veces me pregunto, en qué momento dejamos de ver la Navidad con la inocencia, la algarabía y los ojos de un niño… sería bueno no olvidar esa mirada.

Ahora entiendo que preparar la cena es igualmente importante que degustarla. El conocimiento compartido de quien dirige su preparación se trasmite de generación en generación, dándole identidad a la familia; el trabajo en equipo de quienes cortan, pelan, cuecen o amasan, estrecha lazos y pertenencia. Finalmente, el valor añadido que le da sazón es la alegría con la que se cocina.

Navidad también puede ser el momento para recordar a los ya no están, pero que con sus enseñanzas nos acompañan siempre; honrarlos con nuestros actos es la mejor manera de mantener vivas nuestras raíces.

Navidad representa esperanza para quien busca recuperar su salud, encontrar un empleo o llevar sustento a su casa; es el tiempo para la reconciliación y el encuentro con quienes estamos distantes y la oportunidad para reflexionar sobre cómo quisiéramos vivir para preservar su espíritu durante todo el año, considerando que hay alegría en el dar y no solo en el recibir.

No todo lo que brilla es oro y dedicarle tiempo a quienes todo nos lo han dado será el regalo más valioso; escucharlos, acompañarlos y atenderlos es demostrar con hechos nuestro agradecimiento, dando lecciones de vida a las próximas generaciones.

Habrá quienes vivan esta fecha trabajando, gracias especialmente a quienes cuidan nuestra salud, prestan servicios o nos protegen; ellas y ellos no dejan a un lado su deber y hacen posible que los demás celebremos.

Con el paso del tiempo entiendes que, lo más importante no son las cosas, sino las personas y la Navidad es ese niño que nace en nuestro interior, motivando en nuestros corazones los sentimientos más nobles y la esperanza por un mañana mejor. ¡Felices fiestas para ti y los tuyos!

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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