Por José Luis Negrete Ávalos
La llegada del Año Nuevo 2024 es toda una realidad en la que las expectativas, los buenos deseos, la iniciativa sobre proyectos personales y colectivos se presentan con gran esperanza, una oportunidad tangible de cambiar las cosas, de lograr un mejor camino, algo distinto a lo sucedido durante el año pasado.
Esta perspectiva suele ubicarse en cualquier ámbito, no solo a lo que se refiere en cuestiones de salud o emociones personales; la proposición de objetivos específicos postulados directamente en lo público sobresale radicalmente.
Estos pueden estar orientados hacia la política que precisamente será el tema central en la toma de decisiones que la sociedad debe asumir para el próximo 2 de junio, en esa decisión concentrar necesidades y cuestiones actuales que afectan fuertemente a México.
Al mismo tiempo esos desafíos que el 2024 traerá consigo deja claro que los comicios electorales serán la prueba de fuego para quienes aspiran a los cargos públicos.
La pregunta que se desprende en torno a esa prueba es ¿La respuesta de los electores a favor las opciones políticas que se traducen en el voto popular tendrán el resultado adecuado?
El peso de esta respuesta se refleja en los perfiles y las preferencias partidistas, dado que todo apunta a un resultado que se consolida únicamente en eso, perfiles y preferencias, dejando un poco aislado el hilo de las propuestas y del efecto positivo que pueden llevar las políticas públicas que, a corto, mediano, y largo plazo son fundamentales, sin embargo, se reemplaza por la expectativa y la espera positiva que permite un nuevo sexenio.
De borrón y cuenta nueva las estrategias que van en dirección a las campañas políticas, de borrón e inicio del año, una espera que la sociedad renueva; así como se espera de los de la clase política tengan el firme propósito de afirmar la tarea de ser representantes de las causas que aquejan al país, con un enfoque claro, lejos de cualquier utopía, que afecte la comprensión de las diversas situaciones que se viven.
Todo concluye finalmente, en que las expectativas en el comienzo de estos 12 meses son positivas, los deseos, los proyectos, los objetivos específicos, puedan darse a cabalidad; esperando que suceda de la misma forma con la política, sus actores y su finalidad.
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