Vie. Sep 20th, 2024

COLUMNA: Reflexiones universitarias

Por Redacción Feb22,2024 #Opinión

El caballero de la triste figura

Por César Barrera Vázquez 

Revisando la versión digital de El Comentario, como indefectiblemente lo hago temprano en la mañana, me encontré con la convocatoria del Premio Manuel Delgado Castro, concurso promovido por la Facultad de Letras y Comunicación, y que tiene este año como marco también el aniversario número 50 de nuestro periódico de la Universidad de Colima.

Este premio es doblemente satisfactorio: en un primer término impulsa una mayor competitividad de los trabajos periodísticos de los estudiantes de la licenciatura en Periodismo de la Universidad de Colima, y, además, rinde un merecido homenaje en vida al maestro Manuel.

A propósito de esto, comparto a continuación una reflexión que escribí en mi Facebook en marzo del 2021, texto que considero aún vigente y cuyo propósito, como en aquel entonces, es dejar patente mi admiración, respeto y cariño por el maestro Manuel. Hace casi 3 años escribí esto y hoy lo vuelvo a reafirmar:  

Manuel Delgado Castro recibió recientemente un homenaje que a pocos se les ha dado en vida: un premio lleva su nombre. Y no es cualquier condecoración, premio o cómo se le quiera llamar, sino un reconocimiento al mejor trabajo periodístico de los estudiantes de periodismo de la Universidad de Colima.

Dentro del gremio, ¿quién no conoce a Manolo? Con su lengua barba y quevedos, que evocan la imagen de Don Quijote; ese peleador de quimeras, de ilusione banas, que lucha contra molinos de viento cual gigantes.

Y qué reto más titánico el de Manolo que enseñar periodismo. Todavía puedo oler su café en la mañana, cuando daba clases -antes de que el sol saliera- de género periodísticos, con su sentido tan coloquial para describir los fenómenos de la comunicación noticiosa.

Manolo, que siempre anduvo en las calles, con guaraches, buscando la nota, enseñándonos que el ejercicio reporteril se practica desde la humildad, y que ese es un elemento imprescindible para no perder el suelo.

Me place, me alegra, me hace feliz que se le reconozca toda su trayectoria, toda la poderosa influencia que ejerció en quienes amamos el periodismo, y que intentamos hacer periodismo, como la única forma de informar a la gente de lo que está pasando, de lo que se tiene que hacer para mejorar nuestro México.

No darles lo que quieren, sino lo que necesitan. Manolo me enseñó eso, en sus clases, en sus conversaciones de pasillo, en sus pláticas efímeras y profundas, tan inefables, tan cercanas al amor. Y cómo no va a ser amor ese tiempo entregado a sus estudiantes, a sus alumnos y alumnas.

Pudo hacer muchas cosas Manolo, dedicarse de fondo al periodismo, al trabajo reporteril, a las disquisiciones académicas, pero tuvo esa muestra de cariño para compartir un poco de su amor al periodismo. Y nos contagió, realmente nos apasionó a los que estábamos atentos a sus clases.

Ahí está Manolo, y ojalá Dios nos lo conserve mucho tiempo, como un monumento viviente a esta profesión, que se ejerce con huaraches, con libreta, con amor, con pasión, con mucho cariño. Porque un buen periodista no puede ser alguien apático, indolente.

He tenido muchos maestros y maestras –Glenda Livier, Heidi de León, Pedro Zamora, Roberto Águila-, pero Manolo sentó las bases, los andamios. Creo que nunca se lo he dicho, maestro Manolo, pero gracias.

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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