Por Concepción M. Moreno y Jaime Ortega Carrascal
Exabruptos contra varios presidentes; la consideración de Estados Unidos e Israel como faros en política exterior; y abrazos con la ultraderecha mundial. De presidir la Celac con el objetivo de una mayor integración latinoamericana, Argentina ha pasado a patear el tablero regional con la llegada de Javier Milei a escena.
El Gobierno del peronista Alberto Fernández (2019-2023), que entonces presidía la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organizó el 24 de enero de 2023 en Buenos Aires la VII Cumbre, a la que acudieron una quincena de jefes de Estado y de Gobierno, que precedió al cónclave del bloque con la Unión Europea, celebrado en julio en Bruselas.
Sin embargo, el leitmotiv de la política exterior de Milei muestra que su vínculo con la región será muy diferente, pues considera a Estados Unidos, Israel y el «mundo libre», como él dice, su guía en las relaciones internacionales.
«No creo que tenga ningún interés ni ninguna necesidad en que haya una política regional y la convivencia va a ser posiblemente muy mala; pero la sensación es que no le importa y que, en todo caso, es algo que tendrá que manejar, de acuerdo a sus capacidades y posibilidades, la Cancillería”, señala Alejandro Rascovan, profesor de Seguridad Internacional en la Escuela de Política y Gobierno, de la Universidad Nacional de San Martín (Argentina).
En vísperas de la VIII Cumbre de la Celac, que se celebra este viernes en San Vicente y las Granadinas, antes de entregar el testigo de la presidencia pro tempore a Colombia, el mandatario de este país, Gustavo Petro, volvió a ser objeto de ataques por parte del libertario en el marco de su reciente participación en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en Estados Unidos.
En ese foro, tras ver al expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021), uno de sus referentes ideológicos, y arremeter en su discurso contra el socialismo como un peligro para Occidente -como ya hizo en Davos-, Milei declaró que Petro “es una plaga letal para los propios colombianos”, después de que en otra entrevista pasada lo definiera como “un comunista asesino que está hundiendo a Colombia”.
“Ese procedimiento, esa práctica, es totalmente nociva y solamente lleva a resquemores, resistencias y diferencias entre 2 países como Colombia y Argentina, que han trabajado hombro a hombro hace muchísimos años sobre diferentes tópicos, incluyendo la pacificación de Centroamérica y otra serie de aspectos sumamente importantes”, explica a EFE el excanciller colombiano Julio Londoño Paredes, decano de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario (Colombia).
Situados en las antípodas ideológicas, Petro expresó su malestar en la red social X tras el triunfo electoral del libertario: “Ha ganado la extrema derecha en Argentina, es la decisión de su sociedad. Triste para América Latina y ya veremos”.
Según Londoño, “la peor forma de tener unas relaciones entre dos Estados amigos, como Colombia y Argentina, es hacer diplomacia de micrófonos”.
No sólo Petro
Alejado del perfil de su antecesor, Milei decidió no designar embajadores en Cuba, Nicaragua y Venezuela, cuyos líderes tampoco fueron invitados a su investidura; y optó por no oficializar la entrada en el grupo de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, Irán, China y Sudáfrica), al que Argentina fue invitado en agosto pasado por impulso del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Precisamente Lula, amigo de Fernández y muy alineado con su idea de integración latinoamericana, es otro de los “elegidos” por los ataques de Milei.
El líder de La Libertad Avanza (ultraderecha) es alguien muy próximo al exmandatario Jair Bolsonaro (2019-2022): fue uno de sus invitados personales a su investidura el 10 de diciembre, lo que generó tensión con Brasilia: Lula envió a su canciller, Mauro Vieira.
Tras llamarle “ladrón” y “comunista furioso” en campaña, una vez confirmada la victoria de Milei, la entonces designada canciller, Diana Mondino, viajó al país vecino para limar asperezas.
“Da la sensación de ser un escenario donde Argentina no va a ser un actor participante de una política sudamericana o latinoamericana. Y está claro que la disidencia va a ser fuerte, sobre todo con Petro; con (el presidente de Chile, Gabriel) Boric por ahora no eligió polarizar mucho, pero podría hacerlo en cualquier momento; y obviamente con Lula”, detalla Rascovan.
No obstante, agrega que el proceso de integración regional “se redireccionó hacia otro lugar que el que había tenido durante los gobiernos ‘progresistas’”, desde la asunción de Bolsonaro y de Mauricio Macri (2015-2019) en Argentina, y pone el foco en determinar qué se espera de esa integración, que sea regional, política o económica.
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