Por Luis Miguel Pascual
París busca emanciparse de Kylian Mbappé y la labor, lanzada por Luis Enrique desde que se supo oficialmente que el atacante no seguiría la próxima temporada, no parece estar siendo tan fácil.
El equipo muestra un rostro con su estrella en el césped y otro, menos efectivo y vistoso, cuando está en el banquillo, pero pese a ello el entrenador ha optado por sacrificarle durante muchos minutos en la liga nacional para que el resto aprendan a vivir sin él.
Es un sacrificio necesario que el ex seleccionador español, con la vista puesta en el futuro, prefiere avanzar esta temporada a afrontarlo de lleno en los primeros compases de la siguiente.
El resultado no está siendo concluyente. Mbappé ha perdido su estatus de titular indiscutible en los 4 últimos partidos de liga y el equipo encadena ya 3 empates, sin la imagen de peligro que suele acompañar sus actuaciones.
Último recurso
En el último partido, Mbappé comenzó en el banquillo y Luis Enrique solo acudió a él para los últimos 20 minutos, cuando el equipo parecía bloqueado en un empate que terminaba con la paciencia de la grada del Parque de los Príncipes.
Los aficionados querían la misma imagen que el club dio la semana pasada en San Sebastián, guiados por un Mbappé excepcional que presentaron su candidatura al título de la Liga de Campeones.
Luis Enrique sabe que en Europa no tiene margen, pero sí en la liga doméstica, donde acumula una renta de 10 puntos, sin que ninguno de los rivales parezca en condiciones de discutirle la superioridad.
Poco importa que la imagen del equipo se deteriore un poco, el técnico apuesta por proseguir con las rotaciones, sobre todo con las que se refieren a Mbappé.
“Me dicen que soy el entrenador que más rota de la liga. Pues si los jugadores lo aceptan, voy a seguir con esta estrategia. Hasta ahora ha funcionado”, aseguró el técnico.
En la mente del técnico está exprimir al máximo al delantero al tiempo que comienza a preparar el futuro.
“Le deseo lo mejor. Es un jugador increíble y mejor persona todavía”, dijo Luis Enrique.
No faltan las críticas al entrenador, al que acusan de estar jugando con fuego y perjudicando al equipo por no aprovechar al máximo los últimos meses de Mbappé en el club.
Pero la realidad le está dando la razón. A lo largo de los años, Mbappé ha marcado la historia del club, se ha convertido en su máximo goleador histórico y acumula los récords con su camiseta. Es, posiblemente, su jugador más importante.
Pero si borrar su impronta no es una necesidad, emanciparse de su influjo aparece como una urgencia. Le guste o no a la grada, el PSG depende en gran medida de Mbappé y Luis Enrique busca la forma de que esa necesidad se modere.
Demostrando la dependencia, el técnico está sentando las bases de la emancipación y no parece que vaya a cambiar esa vía.
Mientras el jugador, que sabía que sus últimos bailes en el Parque de los Príncipes serían particulares, ve algo desviada la atención y siente menos presión. Al tiempo que acepta la estrategia de su técnico.
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