Por Marcial Aviña Iglesias
Dicen que el origen de esta canción tuvo su eclosión en las juderías sefardíes -los judíos sefardíes fueron una rama del judaísmo que vivió en la península ibérica desde el Siglo I a. C. hasta finales del Siglo XV-, quienes la entonaban para alabar el santo de las personas, recuerden que antes los nombres de cada individuo se ponían de acuerdo al santo que se veneraba al nacer y no el de alguna celebridad de la pantalla chica o grande como en la actualidad se las gastan.
Con la llegada de los españoles a nuestro país, al colonizarnos se modificó la canción con tal de evangelizar a los aborígenes, así como el onomástico y fecha de nacimiento coincidían, se empezó a asociar con los cumpleaños, gracias a ello con el paso del tiempo fue que Las Mañanitas eran propias para homenajear a las personas por cada año que cumplían a diferencia de Las Golondrinas, que atañe sentimientos de tristeza, pues según eso, el origen de está fue que se cantaba antes de los fusilamientos o durante los sepelios.
Las actuales Mañanitas que muchos creen saberse la letra, pero en realidad ni se la saben, fueron escritas por Manuel M. Ponce, quien simplemente le puso música de vals -que, por cierto, esta palabra proviene del alemán “walzer”, que significa giro-, con un compás de 3 por 4, además, él agregó al Rey David -sí, el mismo de La Biblia, a quien se atribuye Los Salmos, esos hermosos canticos al Creador- como una especie de recordatorio de que esta canción tuvo su origen en la judería sefardí, y no precisamente porque cantará Las Mañanitas, y claro las mexicanizó.
Entonces, si eres de los que cuando las estás cantando nunca llegas a la parte de “si yo pudiera bajarte, las estrellas y un lucero para poder demostrarte lo mucho que yo te quiero”, además, piensas que la canción es el equivalente al “Cumpleaños feliz” del grupo español Parchís o el “Happy Birthday” que canto Marilyn Monroe a su presidente, no cabe duda que eres un Godín lápiz plateado, folder dorado que se coopera con los demás para el crudelio pastel de cumpleaños del compañero de oficina, noleunque que ni te guste, el chiste es perder tiempo.
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