Vie. Nov 22nd, 2024

COLUMNA: Paracaídas

Por Redacción Mar15,2024 #Opinión

Crispín Guerra, panista

Por Rogelio Guedea

Nunca antes había conversado con Crispin Guerra, candidato por el PRI-PAN-PRD a la diputación federal por el distrito I, pero tengo clara memoria de él en mis tiempos de secundaria en la Enrique Corona Morfín, cuando fue presidente de la Sociedad de Alumnos, así que su rostro me es muy familiar. Como suele suceder, le perdí la pista y luego lo reencontré ya como político y militante del PAN. Quien no lo conoce, pensaría que Crispin Guerra ha sido sólo eso: un político de sólida trayectoria en el PAN bajo cuyas siglas ha sido veces diputado local, ha participado en algunas administraciones municipales (como director de Planeación y administrador del Patronato de Festejos Charro-Taurinos en el Ayuntamiento de Villa de Álvarez) y ha sido parte de no pocas campañas políticas. Pero su faceta política es sólo una parte de su perfil profesional pues Crispín Guerra también ha sido un músico exitoso (toca siete instrumentos, sobresaliendo en el teclado) y un talentoso empresario de la música, facetas que pocos conocen y las cuales, de forma directa o indirecta, empezaron en su más tierna infancia. Su infancia la pasó entre la colonia el Moralete y los Estados Unidos, adonde su padre iba a trabajar en el ámbito de la construcción. Parte de su primaria la hizo en Estados Unidos, lo que le permitió aprender bien inglés, y la otra parte en México. Fue una etapa que recuerda maravillosamente porque era más holgada que la que vivían en Colima, aunque reconoce que a Colima no lo cambiaría por nada del mundo. Su papá tenía un rancho donde criaba gallinas y puercos y su mamá le ayudaba a su papá en la venta de pollo lavado, actividad en la que también participaba el propio Crispín, llegándose a hacer un hábil pelador de pollo. También se iba al rancho con su papá y ahí, luego de las faenas propias encomendadas por su progenitor, a quien admira y agradece todas sus enseñanzas, Crispín solía llenar arpillas de limón para irlas a vender al mercado y así sacar un dinero extra. Su familia no era adinerada, más bien reconoce restricciones, pero como su papá era un hombre al que le gustaba bien comer, nunca les faltó la comida ni pasaron precariedades. Crispín Guerra recuerda que de niño llegó a participar en concursos de declamación y poco después de oratoria, en los que salió victorioso, y que esas fueron actividades que, sin saberlo de manera consciente, estaban conectadas con lo político, aunque en ese tiempo no lo pensaba pese a que en la secundaria llegó a ser presidente de la Sociedad de Alumnos. Fue en ese tiempo también en el que puso las primeras piedras de lo que sería su exitosa carrera empresarial en el ámbito de la música, iniciando con un negocio de Luz y Sonido para amenizar eventos. Su papá, que para ese entonces también se había alejado del rancho, abrió un restaurante bar donde ofrecía música viva, y poco después llegó a necesitar de sus servicios. Crispín aprovechó esta oportunidad para incorporarse al negocio familiar, donde tocaba todos los días. Le fue muy bien, por cierto, más que por lo que le pagaba su papá, por el dinero que cobraba de las canciones pagadas que le pedían los comensales. Cobraba un peso por canción solicitada y a veces tocaba incluso horas extras. Esto le permitió ir creciendo su negocio al punto de que fue adquiriendo más equipo de sonido y extendiendo sus redes en el ámbito de la música, a tal punto que empezó también a organizar eventos musicales de mayor envergadura y a promover artistas de la región. Como su inquietud por la música la traía en sangre (toda su familia paterna, salvo su papá, son músicos), Crispín empezó primero a aprender la batería, luego la guitarra, el bajo, y así hasta llegar a los teclados, haciéndose tecladista de varios grupos musicales importantes de la región además de seguir su carrera ascendente como empresario y promotor musical, lo que le permitió estar de lleno en este ámbito. Como su mayor actividad estaba en Villa de Álvarez, a la llegada de Jesús Dueñas al gobierno municipal Crispín Guerra obtuvo permiso para realizar eventos musicales en el municipio, algunos de ellos masivos e históricos, como el que realizó en la explanada de la petatera, primero de muchos eventos que consolidaron a Crispín como uno de los empresarios más importante de la región, ganándose el mote del Gigante de las Empresas Musicales, con su su empresa llamada Promociones Guerra. Es a la llegada de Felipe Cruz Calvario, en su segundo periodo como presidente, que empieza su carrera política. Ya no sólo era un músico reconocido en el ámbito, no sólo era ya un empresario exitoso del ramo musical, ahora empezaba también a incursionar en el ámbito de la política y, luego de varias intentonas, terminó por fin sus estudios de Derecho, que se animó a hacer no sólo por el tema político sino también por el empresarial (siempre ocupaba los servicios de un abogado), pero también por un tema sentimental, se había divorciado y eso le había causado estragos emocionales que se dio cuenta que eran riesgosos para su salud física y mental. Después de su paso por la administración municipal con Felipe Cruz Calvario, vino la invitación de Brenda Gutierrez (presidente municipal de la Villa) para ser parte de su administración, como director de Planeación y luego administrador del Patronato de las Fiestas Charro-Taurinas, y posteriormente vino una oportunidad importante en su vida, competir para diputado local. No ganó y esta derrota le causó ciertos estragos que lo hizo recordar la derrota que tuvo cuando quiso ser presidente de la Sociedad de Alumnos en el bachillerato, donde por una situación que consideró injusta (usar el logo universitario en su campaña), lo bajaron de la contienda. Como aquella vez, aunque el desánimo logró hacerle mella, pronto se repuso (pues Crispín dice que hay que darle vuelta a la página y seguir adelante para no quedarse atrapado en la frustración) y posteriormente volvió a competir por el mismo distrito 3 a la diputación local, esta vez ganándolo. Lamentablemente, pese al buen trabajo que hizo como legislador, la ola lopezobradorista le impidió reelegirse y tuvo entonces que volver a su empresa musical, que había descuidado, para seguir trabajando en ella y seguirse preparando para la siguiente batalla. En 2021, Crispín Guerra llega de nuevo al Congreso local por la vía plurinominal y ahora, para las elecciones próximas, se ha convertido en el candidato de la coalición PRI-PAN-PRD a la diputación federal por el distrito I. Crispin Guerra está seguro de su triunfo dado que su competidor más visible es Locho Morán y éste ha demostrado ser un político incongruente (pues ha saltado de un partido a otro: PAN, MC, ahora Morena) que sólo busca su beneficio personal, sin importarle el bienestar ciudadano. Además, está acusado de haber desviado más de 50 millones de pesos en esta última vez que fue alcalde capitalino, lo que claramente refleja su actuar como servidor público. Incluso, el propio dirigente de Morena, Mario Delgado, en las pasadas elecciones acusó a Locho Morán de violencia de género en perjuicio de la propia actual gobernadora Indira Vizcaíno.  Crispin Guerra afirma que como diputado local ha sido parte de importantes iniciativas (más de 25, muchas de ellas de gran trascendencia, como la reforma para agilizar los trámites de manera electrónica en el Poder Judicial) y que buscará no sólo hacer este mismo trabajo en el legislativo federal sino también defender, sobre todo, a las instituciones encargadas de cuidar nuestra democracia, mismas que el gobierno de López Obrador ha intentado destruir, como hemos visto con los ataques al propio poder judicial o al INE.

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