*Mtra. Ruth Holtz
Que nuestro corazón rija nuestra vida parece obvio a nivel de órgano que circula la sangre a todo el cuerpo, pero nos referimos a algo más impactante. Nuestro corazón tiene el control de nuestro cuerpo, no el cerebro. Tiene todos los sistemas a su disposición, manda más información al cerebro que la que le envía éste y puede incluso inhibir partes del cerebro. Controla los sistemas hormonales y tiene una red compleja de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo. Es impactante que envía pequeños mensajes al cerebro y al instante éste manda las órdenes a los distintos órganos, nervios y sistemas para poner a nuestro organismo “como nos sentimos”. El corazón además genera un campo electromagnético 5 mil veces más intenso que el que genera el cerebro y depende de nuestro estado emocional. Este campo se extiende de 2 a 5 metros, de tal manera que los que están en ese perímetro sienten el estado de nuestro corazón.
Utilizar el cerebro de nuestro corazón a través de emociones positivas genera una armonía del organismo que se le denomina coherencia cardiaca pero cuando tenemos emociones negativas se vuelve caótica, además, que esta coherencia o incoherencia arrastra al cerebro. Por eso si cultivamos emociones positivas, la más elevada es el amor, el corazón se vuelve la conciencia inteligente que armoniza todo en nuestro interior, y a nuestro alrededor.
Toda esta información no está basada en creencias, sino en la ciencia. Neurocientíficos, neurólogos, biólogos, psiquiatras están investigando sobre estos temas y corroborando con mediciones en grupos que son sometidos a ciertas experiencias. Es sorprendente descubrir que esto está al alcance de nuestra mano. Desafortunadamente estos descubrimientos son negados por los científicos que dominan las ideologías de tipo materialista-mecanicistas. Implica cambiar el paradigma de la ciencia. Ya lo han hecho los que han llamado a este campo de conocimiento “física cuántica”.
Para quienes somos terapeutas reichianos (que seguimos en nuestra formación a Wilhelm Reich), la energía es el paradigma que permite entender los efectos de los conflictos emocionales. En la física cuántica se ha llegado a la misma conclusión: somos energía.
La energía de nuestro corazón se manifiesta como campo electromagnético que afecta a los que nos rodean al menos a 5 metros. Podemos contagiarlos de emociones positivas y si logramos la coherencia cardiaca y cerebral, entonces podemos también inducirla en los que están cerca. Esto lo comprobó el Dr. Joe Dispenza en sus talleres de meditación. Tenía a la gente monitoreada de los signos vitales y podían ver cuando una persona que ya estaba en un estado de éxtasis contagiaba a las que estaban junto.
En ese estado, la gente se cura, programa su futuro con éxito. Lo importante que queremos recalcar en este artículo es que se puede mejorar nuestra vida si cultivamos emociones que hagan entrar en coherencia a nuestro corazón, es decir, el amor, la ternura, la compasión, la alegría, el gozo. Abrir nuestro corazón es indispensable para encontrarse con el dolor oculto y sanar las heridas, para liberar emociones que no nos atrevimos a expresar o a buscar satisfacer. También ello nos abre al amor.
A pesar de que el corazón entra en coherencia cuando amamos, hay quienes tienen miedo de amar. Las relaciones significativas y nutricias sólo se dan si abrimos el corazón y conectamos emocionalmente. Conectar con el corazón es algo que hemos roto para protegernos. Si quieres recobrarlo vamos a dar un taller para Conectar el corazón. Si te interesa intégrate, estamos formando el grupo de cupo limitado, infórmate, llama.
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