Sáb. Nov 23rd, 2024

Carmen Nava: acero y terciopelo (homenaje a una feminista colimense)

Por Francis Bravo Ago4,2023
Carmen Nava Pérez.
Carmen Nava Pérez.

Tras hacer una remembranza de su trayectoria y su lucha como pionera del feminismo en Colima y en México, incluyendo a la música que más le gustaba, se rindió un homenaje a la impulsora y fundadora del Centro de Apoyo a la Mujer (CAM) “Griselda Álvarez”, Carmen Nava Pérez. A casi 4 meses de su fallecimiento, amigas, amigos y familiares recordaron y celebraron la lucha, las victorias y vida de Carmen. 

En el evento, allí, en su segunda casa, en las instalaciones del CAM, en presencia de su mamá, la señora Cande, de sus hermanas Tina y Martha, así como de su sobrina, de sus amigas de lucha, sus compañeras activistas por la defensa de los derechos de las mujeres; también de amigos y miembros del Centro de Apoyo a la Mujer, se recordó a Carmen desde su niñez alegre, su juventud rebelde y su madurez, con ideas revolucionarias y principalmente feministas.

A sus 20 años, Carmen Nava estuvo en la Sierra de Nayar y, con un equipo de promotores sociales, trabajó con los indígenas huicholes, viviendo en la comunidad de Jesús María. Más tarde, con la conciencia de un cambio social o una revolución contra la pobreza y la injusticia que sufren los pueblos de México, participó en la fundación de la Asociación Cultural Colimense, con la idea de que a través del arte y la cultura se podía hacer crecer la conciencia y el compromiso con las causas revolucionarias.

Carmen se formó políticamente con ideas antipatriarcales, feministas y anticapitalistas, clásicas y contemporáneas. Desarrolló una sólida conciencia a favor de una sociedad igualitaria, en particular, por las libertades y derechos para las mujeres.

Se integró al Grupo Comunista Internacionalista que operaba de manera clandestina en Colima. Así fue como adquirió un carácter de lucha por las causas revolucionarias y una visión ideológica de izquierda.

El 8 de marzo de 1980 se presentó el Colectivo Feminista de Colima, en el que Carmen participó como cofundadora y desde donde empezó a vislumbrar la creación de un centro que protegiera a las mujeres de la violencia machista que sufrían.

Como parte de dicho colectivo, en 1982 Carmen apoyó a Rosario Ibarra de Piedra, candidata a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En el marco de la campaña electoral, ambas fueron recibidas en audiencia por la gobernadora Griselda Álvarez, ante quien denunciaron la represión, las injusticias y desigualdades que sufría el pueblo de Colima, y le solicitaron abrir guarderías, lavanderías, comedores públicos y crear el Centro de Apoyo a la Mujer.  

En ese homenaje a Carmen Nava, el historiador Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez leyó su:

“Carta para Carmen

“Nava: acero y terciopelo

“Por Héctor Porfirio Ochoa Rodríguez

“El acero es capaz de conservar sus cualidades después de ser sometido a grandes esfuerzos, pues, en buena medida, resiste a la acción de fuerzas externas, sin romperse. Carmen era, si se me permite la metáfora, como esa aleación formada de hierro y carbón, dotada de la capacidad para mantener la defensa de los principios que le daban sentido a su propia existencia.

“El hierro de la vida y sus rigores, le dio la consistencia estructural; el carbón, mineral más abundante en la naturaleza, el ímpetu y la maleabilidad; la combinación de ambos, la solidez, la constancia, la firmeza.

“Tenía claridad de pensamiento para luchar por sus convicciones, que generalmente fueron contra la corriente, y mantener el rumbo. En Ciudad de México tuvo contacto con el marxismo y, más específicamente, con el trotskismo; eso le dio elementos políticos y teóricos para entender la explotación capitalista.

“El feminismo, sin embargo, la dotó de su bandera más grande y más importante: la defensa de los derechos de las mujeres para decidir su destino en una sociedad patriarcal, con todas las consecuencias que se derivan de ello.

“Buscar la equidad y justicia entre mujeres y hombres, en tales condiciones, no fue tarea fácil; menos, hacerlo en su natal Colima y no, por ejemplo, en la capital del país, aunque allá tampoco habría sido miel sobre hojuelas.

“Carmen, junto con otras mujeres que salieron del terruño, regresaron a él a luchar por sus convicciones, en condiciones inciertas, con todas las implicaciones de hacerlo en una sociedad tradicional, tributaria de una fuerte herencia conservadora, que establecía de manera incuestionable los roles de género, la orientación sexual, la integración familiar y, por supuesto, el monolitismo político priista.

“A fines de los años 70 y principios de los 80, Colima era esa sociedad tradicional que he descrito. Sin embargo, experimentaba una coyuntura interesante: la llegada, en 1979, de la primera gobernadora en todo el país: Griselda Álvarez, tal suceso, además de exacerbar resabios machistas en personajes y sectores de la propia vida política priista, no garantizaba, por sí mismo, la emancipación de las mujeres colimenses.

“Y fue ahí donde la acción de Carmen Nava y sus compañeras de lucha, agrupadas en el Colectivo Feminista de Colima (Cofemc), con vínculos trotskistas y militancias en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en la coyuntura de las elecciones presidenciales de 1982 y la primera candidatura femenina a la Presidencia de la República, la de Rosario Ibarra de Piedra, permitió plantearle a la gobernadora Griselda Álvarez, la fundación del Centro de Apoyo a la Mujer (CAM), con todas las incertidumbres que suponía este nuevo camino de alianza entre feministas y Estado, anteponiendo, de manera visionaria, el cambio cualitativo que implicaba la fundación de este centro, el primero del país en su tipo, razón por la cual se convirtió en un acontecimiento histórico de primer orden y, como lo he dicho en otras ocasiones, en un elemento fundamental del cambio sociocultural en la sociedad colimense.

“A la par que se mantenían las tareas del CAM, de atención a mujeres víctimas de distintas violencias patriarcales, Carmen y otras integrantes de este Centro o de diferentes organizaciones feministas que fueron surgiendo en Colima, no dejaron de luchar por demandas y reivindicaciones para ampliar los derechos de las mujeres y obtener capacidades plenas de decisión sobre sus vidas y destinos.

“Este compromiso con los planteamientos que diversas corrientes feministas han venido expresando a lo largo de las últimas décadas en México y el Mundo, fue una constante en la actividad de Carmen y del CAM; por eso, desde que Griselda Álvarez dejó la gubernatura, este centro al que Carmen entregó sus esfuerzos vitales, ha sido objeto de distintos embates, algunos evidentes y burdos, otros encubiertos y soterrados, pero todos encaminados a socavar su impacto e, incluso, desaparecerlo.

“Hoy, el CAM sufre uno de sus peores momentos, a causa de las dificultades presupuestales que viene arrastrando desde los últimos sexenios, y me atrevo a afirmar que esta lamentable situación, causa de un estrés espantoso en todas las trabajadoras de este centro, fue minando la salud de Carmen, aunque no su voluntad.

“Carmen era una mujer sensible, sin duda alguna, aunque tuviera que mostrar dureza para resistir tantas adversidades.

“No pretendo hacer una apología que la retrate como un ser impoluto. Seguramente, tuvo errores, como todas y todos.

“Pero me quedo con el recuerdo de la última vez que nos reunimos a tomar café en un restaurante de la ciudad, hace casi un año, cuando me citó para hablar de las dificultades presupuestales del CAM, en mi calidad de integrante de la Asociación Civil. Me quedo con el recuerdo de su mirada, inquieta y curiosa, inquisitiva, que daba respuestas y planteaba preguntas al mismo tiempo. Sobre todo, me quedo con su voz, esa voz de terciopelo, suave y cálida, pausada, complemento perfecto del acero.”

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