La reciente declaración del Rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, en la que señala que durante los últimos 10 años la Universidad de Colima (UdeC) no ha incrementado sus cuotas, subraya un aspecto fundamental del compromiso de nuestra institución con la sociedad colimense y, en particular, con las familias que confían en nosotros para la educación de sus hijas e hijos.
En un contexto nacional e internacional en el que la educación superior se enfrenta a crecientes desafíos financieros, mantener estables las cuotas estudiantiles durante una década es una hazaña que merece reconocimiento. Ese logro no es casualidad, sino el resultado de un esfuerzo constante en la gestión de recursos y en la búsqueda de alternativas que eviten trasladar el peso económico a las familias de nuestras y nuestros estudiantes.
Hay que tener en cuenta que vivimos en un país donde las brechas sociales y económicas continúan siendo profundas. Por ello, decisiones como la citada reflejan una sensibilidad social que pocas instituciones logran sostener a largo plazo.
La Universidad de Colima, como institución pública, tiene una doble responsabilidad: por un lado, debe ofrecer una educación de calidad que prepare a las y los estudiantes a enfrentar los retos del Mundo moderno, y por otro, debe hacerlo sin convertirse en una carga financiera para las familias.
Es evidente que la actual gestión rectoral de Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño ha entendido bien ese desafío, optando por fortalecer las capacidades internas institucionales, buscar alianzas estratégicas y optimizar los recursos existentes para evitar incrementos en las cuotas.
No obstante, ese esfuerzo también nos obliga a reflexionar sobre el futuro. Mantener cuotas estables es solo una parte de la ecuación; es imperativo que sigamos innovando en la forma en que gestionamos nuestros recursos, diversificamos nuestras fuentes de financiamiento y, sobre todo, en cómo seguimos mejorando la calidad de nuestra educación.
El compromiso con las y los estudiantes y sus familias debe ser siempre el eje central de nuestras decisiones.
La Universidad de Colima, al mantener congeladas sus cuotas durante 10 años, reafirma su compromiso con este principio, demostrando que es posible ofrecer educación de calidad sin que ello implique un sacrificio económico para las familias.