¿Qué haremos cuando las bombas de Zacualpan no tengan agua que llevar?
Por Rosario Gutiérrez
La semana pasada gran parte de la zona conurbada, Colima – Villa de Álvarez se quedó sin agua por al menos un par de días. Los negocios cerraron, las escuelas pidieron a sus alumnos no asistir y los memes de las personas que anhelaban un baño para huir del calor de Colima o simplemente salir frescos a su trabajo, no se hicieron esperar.
En esta ocasión —como en muchas de las que la zona conurbada se queda sin agua— se debió a que la comunidad de Zacualpan decidió parar la bomba del acueducto que transporta el líquido hacia la zona urbana, esto por un desacuerdo entre los habitantes y el gobierno local por un anuncio hecho en la conferencia de prensa matutina de la presidenta, Claudia Sheinbaum, que etiquetó como acueducto Zacualpan ll al proyecto de rehabilitación del que ya existe.
En esta columna no entraremos en detalle de lo político, pero esta falta de agua, hace necesario preguntarnos, ¿qué va a pasar cuando ya no haya ningún líquido que llevar hacia los hogares?
Este par de días sin poder bañarse, jalarle al baño cuando fuese necesario, lavar la ropa o los platos es tan solo una probada de lo que la crisis hídrica ya está haciendo en muchos estados y colonias.
Tan solo cabe recordar las noticias que dieron la vuelta a todo el país en 2022, 2023 y 2024, donde el protagonista era el estado de Nuevo León y los habitantes de muchos de sus municipios, que por días debieron de estar sin agua y en la incertidumbre de cuándo volverían a tenerla, pues sus presas no contaban con el abasto necesario.
Sin embargo, algunas colonias y municipios de Colima no son ajenas a esta realidad, como las de muchos estados del país.
¿Qué vamos a hacer cuando tengamos que racionar cada gota de agua?, ¿qué estamos haciendo para no llegar a esos extremos?
La película Soylent Green (que ya he mencionado en columnas anteriores) de 1973, plantea un futuro donde bañarse ya no es una realidad y el agua, junto con los árboles y animales, son ya un recuerdo en las mentes de las generaciones más viejas.
Por allá de 2006 o 2007, cuando conocí está película por primera vez; dicho futuro se veía muy lejano y catastrofista, hoy se ve como una inminente realidad que probablemente mi generación padezca en algún momento o nuestros hijos.
Este tipo de experiencias tendría que hacernos reflexionar sobre la forma en la que cuidamos, administramos y exigimos que se protejan nuestros recursos.
Esta situación debería de hacernos cuestionar, ¿cuánto falta para que las llaves de las cuales no sale ni gota de agua, sean una cotidianidad?
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